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El eterno retorno de Nadal

Rafa Nadal ha vuelto. Definitivamente. Su retorno era una de las grandes incógnitas que presentaba el Abierto de Australia en sus vísperas. Ni siquiera su victoria en el torneo previo de Melbourne servía de referencia. Hacía falta verle en un Grand Slam, con partidos a cinco sets, ante rivales de entidad... El propio Nadal necesitaba mayores desafíos para tomarse la temperatura. Sus choques ante Karen Khachanov, con dos primeros sets brillantes y la capacidad de reacción en el cuarto, y Adrian Mannarino, con un desempate épico en la manga inicial, le han dado ya una buena medida de su punto de forma. Rafa está listo para nuevos retos. Veremos hasta dónde. De momento se ha metido en cuartos de final, la misma ronda en la que sucumbió en las dos pasadas ediciones. En parte dependerá de su físico, que hasta ahora ha respondido bien. “Lo principal es tener la salud suficiente”, insiste el balear. Día a día. No está recuperado de sus males, realmente nunca lo va a estar. De lo que se trata es de saber convivir con el dolor, como ha hecho durante toda su carrera.

En paralelo a su mejoría, el cuadro de Australia también se ha ido abriendo. Por un lado, por la ausencia de Novak Djokovic. No hay que poner un asterisco a los resultados del torneo por la expulsión del número uno. Nadal tampoco estuvo en los dos últimos grandes: Wimbledon y US Open. De asteriscos está el mundo lleno. En cuartos se enfrentará a Denis Shapovalov, que ha apartado a uno de los ogros, Alexander Zverev. El canadiense de 22 años, en plena progresión, desafía ahora al español. No será fácil, aunque en teoría debería serlo más que Zverev. El ganador se topará en semifinales con Gaël Monfils o Matteo Berrettini. El cuento de la lechera aclara el camino, pero hay que cuidar que no se rompa el cántaro. “Hace un mes y medio no hubiera soñado con estar aquí”, recuerda Nadal. Siempre en un eterno retorno.