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Qué espectáculo. Con todo en contra, 23.500 ilicitanos emocionados con su equipo, con diez en el campo por la injusta expulsión de Marcelo, con Courtois, Militao, Asensio y Benzema en casa, con jugadores que apenas habían tenido minutos hasta la fecha como Isco, Ceballos y Hazard... En ese contexto, cualquier equipo del planeta Tierra hubiese dicho: “Miren ustedes, voy líder destacado en la Liga, estoy en octavos de la Champions a un mes del gran duelo con el PSG y he ganado la Supercopa. Esta Copa no me quita el sueño”. Pero entonces no estaríamos hablando del Real Madrid. El único equipo que conozco que jamás especula con el fracaso, que jamás se aferra a una situación anómala (o varias), que no admite el descarte de competiciones como si fuese un restaurante de varias estrellas Michelín, que no descodifica sus emociones salvo que sea para cantar victoria y que disfruta desde el dolor del abismo para gozar aún más con el sabor de la épica. El madridista nunca admite una hoja de reclamaciones aunque esté cargada de razones objetivas para la queja. Eso acontece cuando te has quedado fuera y esta noche en el Martínez Valero todos querían seguir bebiéndose esta Copa. Ya les avisé que Ancelotti sueña con el ‘Triplete Nacional’ (Liga, Copa y Supercopa). De momento lo tiene a mano. Sus jugadores se han unido al reto y eso se reflejó en el pedazo de cuarto de hora que hicieron ante el Elche en la segunda parte del extra time. Orgullo, compromiso y ambición. Sabían que una contra hubiese supuesto el 2-0, pero es preferible morir de pie que rendirse de rodillas. Así llegó el habilidoso 1-1 de Isco, tras una gran jugada de ese Dani Ceballos que posee un talento desatado, y el 1-2 definitivo con una jugada mágica de Hazard, que abandonó su infierno particular para regresar a su nombre de pila: Eden. Por fin, Hazard. Bendito seas.

El árbitro. El VAR se lavó las manos en la expulsión imaginaria (porque no hubo contacto de Marcelo sobre Tete Morente) y en esa amarilla a Kroos por intuir Figueroa Vázquez que el alemán había tocado con la mirada a Fidel. No es baladí. Ancelotti tuvo que quitar a Kroos porque el germano estaba calentito y podía ir a la calle y la roja a Marcelo, como bien dijo Álvaro Benito en El Carrusel, es grave porque ni siquiera era una jugada clara de gol y encima no hay contacto. Pero esto refuerza el espíritu de conquista del ejército azul cobalto (así vistieron en Elche). Así sabe casi mejor.

Hazard, indultado. Hasta la localidad alicantina viajaron Hazard y Bale, los dos jugadores mejor pagados de la plantilla. Pero no es lo mismo. El galés lleva tiempo con su cabeza en otra cosa: en Gales y en la repesca para el Mundial, para ser exactos. Va a entrenarse a Valdebebas y lo demás le trae al pairo. El belga es otra cosa. Sabe que el Madrid puso mucho por ficharle y es consciente de que no ha estado a la altura. Su golazo salvador de Elche es de los que metía en el Chelsea. Este es el camino de la reconciliación y la reinserción. Carletto sabrá ser justo con él. El talento lo tenía hibernado, pero eso nunca desaparece. Si Hazard ‘vuelve’ será junto al gran Dani Ceballos (el utrerano es un box to box excelente) un mercado de invierno de lujo. Dos fichajazos.

Feliz aniversario. Este trabajado pase a los cuartos de la Copa va por mi admirado Paco Ortúñez, que ha cumplido 88 años hecho un campeón, por mis ‘Mocitos Madrileños’, que viajaron hasta Elche para animar al equipo, y por mi amigo Stewart J. Wolfenson, el activo presidente de la Peña Madridista de Los Ángeles (EE UU), que sigue sembrando sentimiento vikingo en California desde hace diez años, sumando cada vez más adeptos a la causa. Todos ellos cantan: “¡Hala Madrid!”.