Dispara tu mentalidad en cinco semanas (V): aprender a aprender, saber celebrar
¿Aprender desde el error? Cinco preguntas que hacer después del entrenamiento o competición.
¡Llegamos! Solo un paso más. No te rindas. Ya casi hemos llegado. ¿Dónde? A la quinta y última parada de nuestro ascenso hacia una mentalidad imparable. Un punto más de avituallamiento donde te voy a ofrecer una herramienta más para ejercitar ese músculo al que a veces no solemos darle caña: la mente. Si lo recuerdas, la semana pasada hablamos de la estrategia (aquí puedes echar un vistazo y refrescarte). Hoy vamos a hablar del aprendizaje (y la necesaria celebración).
Porque aprender no es algo que se produzca por defecto. No todo el mundo aprende de los errores, de los fallos o de la experiencia. Por eso tan importante aprender a aprender. Porque sin aprendizaje, no hay mejora y no debemos olvidar que en el ADN del deportista va intrínseco su propósito: crecer, mejorar, evolucionar, no estancarse.
¿Cómo puede un deportista aprender a aprender? Mediante la creación de un proceso único que le permita rentabilizar cada entrenamiento, medir la evolución e identificar cuándo perseverar en una estrategia de entrenamiento o cuándo cambiar para desmarcarse de su rival, todo enfocado en la transformación de su esfuerzo en un mejor resultado. Porque, como comentábamos, el deportista es un profesional que está determinado en conseguir mejores resultados en su trabajo.
La verdad está en los matices
Cuando un deportista no consigue los resultados que esperaba en una competición puede enfadarse, frustrarse e incluso desanimarse. Sin embargo, un deportista no puede reducir únicamente sus resultados en ganar o perder. O en conquistar títulos o no, sino en descubrir cómo crear una fórmula infalible que le permita mantener una continuidad en sus resultados y una proyección de mejora en el tiempo de manera sostenible. Porque, como cualquier profesional, lo difícil no es llegar hasta lo más alto, sino en mantenerse.
Como ya hemos dicho anteriormente, hay que cambiar el chip y buscar la excelencia deportiva en lugar de la perfección deportiva. Entender que cualquier resultado, ya sea el que esperamos u otro bien distinto, aporta. Aporta, evidentemente, si sabemos extraer información y conocimiento de ese resultado: de esa prueba, de lo que sucede en ella. Solo así el deportista podrá activar los recursos individuales que le permitirán conseguir cada vez mejores resultados.
Lo que nos define
En mi carrera me he cruzado con muchos deportistas. Algunos de ellos, capaces de rozar la perfección técnica en un momento puntual, pero incapaces de comprometerse con su carrera, con su voluntad, con su sacrificio a medio y largo plazo. Una marca deportiva nunca definirá la valía de un deportista. Es su capacidad de entrega y su nivel de compromiso lo que realmente lo convierte en un deportista de elite. Déjame insistir en una cosa: la perfección no existe, no es real. La capacidad para aprender de los fallos sí lo es. Por eso debes aprender a trabajar desde el fallo.
¿Cómo aprender desde el fallo?
Para encontrar la parte positiva de los fracasos un deportista debe ser capaz de valorar su esfuerzo y su capacidad de mejora, más allá de los resultados. Sé que suena demasiado a moraleja ‘Disney’. Demasiado idílico y poco real, pero lo he comprobado. Los fallos en competición te dan pistas, actúan de feedback y te dicen por dónde debes encaminarte para seguir mejorando. Los fallos son como ese rastro de migas que debes saber interpretar y no pasar por alto. Por eso es importante que los analices -sin obsesionarte- y que intentes aprender todo lo posible de ellos. Así que, la próxima vez que tengas un mal resultado en competición, no te lamentes y pasa a la acción: ¡apunta! Y, por supuesto, siéntete orgulloso de tu esfuerzo y de tu lucha.
Si pones el foco en el resultado no podrás entender qué te ha llevado a ganar o perder, y además la presión es mucho mayor. El deportista debe entender que lograr el objetivo no depende al 100% de sí mismo, porque compite contra otros y existen factores, variables y circunstancias. Para las que se prepara, por supuesto. Para las que se arma una estrategia, sin duda. Pero donde todo puede pasar. Dado que hacer pódium no depende al completo del atleta y que la perfección no existe, aprender a mejorar en el tiempo es mejor que ser perfecto en el momento.
Como ya hemos visto, el deportista de elite busca, casi por defecto, por impulso innato, la perfección. Sin embargo, no es la perfección, sino la excelencia, el camino más corto hacia la victoria. Querer ser perfectos nos impide ver con claridad todas las opciones que tenemos para solucionar una situación con éxito y esa solución se nutre de algo concreto: el aprendizaje de errores. Si no aprendemos de ellos, no mejoraremos. En este punto interviene también algo que a menudo el enfado por la derrota o el error emborrona: la celebración. Saber celebrar es también una manera de aceptar el esfuerzo, de visualizar el camino realizado y de tomar conciencia de la mejora. Por eso, celebrar de alguna manera también es aprender.
¿Dónde estamos?
Nos encontramos en la última etapa. En la recta final de un camino que hemos resumido en cinco etapas, aunque es más largo y complejo. Echa un vistazo y no dudes en consultar y revisar las cuatro anteriores etapas en este mismo blog (primera etapa: toma el control mental; segunda etapa: identifica tus áreas de mejora; tercera etapa: conectar cuerpo y mente y cuarta etapa: diseña tu estrategia). Ahora solo te queda llevar a la acción todo lo que hemos visto sobre el aprendizaje desde el error con una práctica.
Ejercicio práctico: 5 preguntas para aprender desde el error
El ejercicio que planteamos es muy sencillo. Después de cada competición o entrenamiento, regálate cinco minutos de tu tiempo para reflexionar sobre las siguientes cuestiones:
1. ¿Qué he hecho muy bien?
2. ¿Qué ha salido tal y cómo esperaba?
3. ¿Qué me ha faltado?
4. ¿Qué aprendo de este entrenamiento o competición?
5. ¿Cuál es mi acción de mejora para la incorporar en el siguiente entrenamiento o competición?
¿Lo tienes? Ahora ya estás listo para trazar un plan de acción que te permita mejorar en aquellos aspectos que has identificado.
¿Te ha gustado The Mental Road Map? ¿Te gustaría profundizar en cada etapa, conocer la ruta completa y trazar un plan personalizado para aumentar tu fortaleza mental y tu rendimiento deportivo conmigo? En el próximo capítulo lo veremos: un pequeño ‘extra’ en el que te cuento en qué consiste este programa y cómo puedes acceder a él.