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¿Hay futuro para Djokovic sin vacunación?

Mientras Alex Hawke, el ministro de Inmigración de Australia, deshojaba la margarita sobre la deportación de Novak Djokovic, en medio de un ensordecedor ruido sobre las discordancias en la documentación presentada por el serbio, y del malestar de la población por su presencia en el país, la ATP emitió un comunicado reconciliatorio, donde da un poco la razón a todos y desea un final feliz de la historia. Pero al término de la nota llama la atención una frase que no sólo alude al litigio actual, sino que proyecta el caso de Djokovic a un futuro incierto. La ATP recomienda la vacunación para “cumplir con las regulaciones de viaje globales, que serán más estrictas con el tiempo”. Por encima del debate sobre la salud pública, el órgano del tenis masculino advierte sobre los problemas que pueden repetirse en otras fronteras para su número uno. Después de este Grand Slam inaugural, en marzo asoman los dos primeros Masters 1.000, Indian Wells y Miami, en Estados Unidos, un país que también exige la vacunación como requisito de entrada. ¿Qué hará entonces Nole?

La ATP pone el dedo en la llaga sobre una realidad que va más allá de la salud y, por supuesto, de la práctica del deporte profesional, que radica en el derecho de cada país soberano para imponer sus condiciones legales dentro de sus límites territoriales. El lío me recuerda, lejanamente, al caso Festina en 1998, cuando los reglamentos de dopaje chocaron con las leyes estatales. Una norma de una federación no puede estar por encima de la justicia de una nación. Cualquier circuito deportivo, en este mundo totalmente global, va a encontrarse con las mismas trabas. Y no sólo el tenis. Así que Djokovic, y aquellos que piensan como Djokovic sobre la vacunación, tendrán que empezar a pensar cómo van a sortear este problema para ejercer su trabajo. Te puedes librar una vez, pero no siempre.