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Djokovic sólo quería jugar al tenis

El guion de la triste experiencia que está viviendo Novak Djokovic en los últimos días podría haber sido escrito por el mismísimo Franz Kafka, aunque es posible que ni el eterno autor de ‘El Proceso’ hubiera imaginado un ovillo tan enredado. El juez Anthony Kelly ha decidido poner en libertad al tenista, aunque el ministro de Inmigración, Alex Hawke, todavía tiene la potestad excepcional de retirarle el visado. Curioso sistema democrático. Así se cierra, ya veremos si definitivamente, un caso que se ensució desde el inicio, hasta el punto de que la mayoría de opinadores perdieron la perspectiva de lo que verdaderamente estaba en litigio para enmarañarse en controversias paralelas.

Djokovic viajó a Melbourne con una exención médica que le autorizaba a competir en el Open de Australia. Ese es el punto de partida. Y nadie puede ser tan tonto para presentarse en un país como el oceánico, tan estricto con sus fronteras, sin disponer de un permiso validado legalmente. Si hubo un error burocrático anterior que le habilitaba para entrar, y es obvio que lo hubo desde la Federación de Australia y el Gobierno de Victoria, habría que señalar a los responsables de ese patinazo. Y no demonizar a un deportista, porque Djokovic, por muy millonario que sea, es un deportista que sólo pretendía competir en un torneo, a quien se le ha encerrado nueve horas en una sala y luego cinco días en un centro de inmigración, por querer hacer su trabajo con unos papeles reglamentados por entidades australianas.

El gran problema de fondo, que ha embarullado todo, es que en este kafkiano proceso se han mezclado otros debates y finalmente ha quedado la sensación de que se juzgaba ‘vacunas sí o vacunas no’, o incluso que se cuestionaba la nunca cuestionada soberanía de Australia, o que se agredía el honor del estado de Serbia en la figura de su gran ídolo. Todo ello aderezado por las crispadas perlas de los habituales ‘haters’ del número uno, haga lo que haga. El pleito se ha envenado de tal forma, que acabó convirtiéndose en una cosa diferente a lo que era… Cuando Djokovic sólo quería jugar al tenis.