La soledad y la serenidad del Madrid

Este fin de semana se cumple media Liga con una constatación más que evidente. El Real Madrid está jugando un campeonato y los demás están actuando en otro. Sería una catástrofe que el equipo blanco no se llevase el título o, mejor dicho, haría falta una catástrofe (cúmulo de lesiones y positivos al COVID) para que el trofeo no vaya a adornar las vitrinas del museo del estadio Santiago Bernabéu. El Madrid está inmerso en una especie de soledad que sólo el Sevilla parece capaz de perturbar un poco, creando un falso suspense que la Liga, como producto, necesita para venderse fuera de España. Sé que Carlo Ancelotti no venderá la piel del oso en ninguna de sus declaraciones públicas, pero el oso en cuestión está a tiro de un solo equipo. Y éste es el Real Madrid.

Los merengues han ganado a todos sus rivales directos (incluso por dos veces al Athletic Club) y su superioridad reside, más allá del talento individual y de la buena forma física colectiva, en dos cosas esenciales. Por una parte, la serenidad insuflada a nivel institucional por Florentino Pérez y, por otra parte, la serenidad deportiva y humana que transmite "Carletto" en el día a día. Los demás se preguntan cómo van a pagar las nóminas y las deudas, qué estilo adoptar o si después de 10 años sería conveniente cambiar de entrenador. El Madrid no tiene nada por qué comerse el coco.