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Sin el ojo de Modric

Sin otra amenaza a la vista que la del Sevilla, el Real Madrid empató con el Cádiz, resultado que no inquieta a su parroquia. Los demás equipos se han empeñado en hacer muy mal sus deberes. Excepto el resultado, el partido respondió a las previsiones. El Cádiz se cerró en su área y su motivación defensiva creció tanto como sus expectativas. Cada minuto le reforzó emocionalmente. El Madrid, que prefiere las amplias praderas para correr, se encontró sin espacios y rara vez detecta rendijas en el muro rival.

Está claro que el Cádiz tiene sentido histórico del fútbol. En la temporada anterior, ganó al Athletic, Barça y Real Madrid, los tres equipos que llevan toda la vida en Primera División. Esta temporada mantiene un registro parecido: venció en San Mamés, empató con el Barça en el Nuevo Mirandilla. Del Bernabéu salió con un punto que vale oro para el equipo de Álvaro Cervera. Todo sirve en la cosecha.

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Las novedades en el Real Madrid estuvieron más relacionadas con el COVID-19 que con los deseos de Ancelotti, que no quiere cambios en un equipo que funciona como la seda en la Liga. En esta pandemia ingobernable, el virus amenaza no solo a los equipos, también al calendario. Es imposible pronosticar el derrotero del campeonato por los estragos de una pandemia que en la Premier League ya ha obligado a suspender varios partidos. Las complicaciones para el Real Madrid parecen ahora mismo más sujetas a los imponderables sanitarios que a la respuesta de los rivales.

Modric no jugó y el equipo le echó de menos. Tanto por su ascendencia en el juego como por su fácil comunicación con Casemiro y Kroos, el centrocampista croata es imprescindible. Nadie se pregunta por su edad. Funciona como un reloj. Sin su astucia, al Real Madrid le costó detectar fisuras. Su abusiva posesión no se correspondió con el número de remates, menos aún con oportunidades claras.

Le costó una barbaridad exigir a Conan Ledesma, portero algo excéntrico, pero de los que se crece en los escenarios difíciles. Resolvió perfectamente un mano a mano con Vinicius, voló para despejar un derechazo de Valverde y desvió un cabezazo de Hazard. No se le pidió mucho más. La muchedumbre de defensas en su área y la eficacia de los centrales en el juego aéreo le aliviaron el trabajo.

Hazard fue titular por la ausencia de Asensio y Rodrygo. En la derecha pasó inadvertido. Ni es su sitio, ni entendió las necesidades del equipo. Pareció el mismo Hazard de los últimos tiempos. En el segundo tiempo se adentró cerca de Benzema. La mejoría fue notable. Sin explosión, pero con inteligencia y grandes recursos técnicos, complicó la vida a la defensa del Cádiz.

El Madrid necesitaba precisión, paredes cortas y distracción. Hazard se lo ofreció en alguna medida, pero el gol no llegó. Tampoco llegaron las carreras de Vinicius, constreñido en la baldosa que le permitía el Cádiz, invadida además por Mendy. Lejos de aclararle el sitio, el lateral le llevaba el balón y más gente al extremo brasileño.

En un partido para correr, Valverde se siente cómodo. Éste no lo fue. Se le estrechó demasiado el angular. Era un partido mejor cortado para la medida de Modric, un genio de la infiltración. Destacó Kroos, una máquina pasadora, pero la ausencia de Modric tapó un ojo al Madrid, y la numantina defensa del Cádiz exigía una vista de lince.