La incómoda comodidad del Real Madrid
Cuando se habla del Real Madrid, una palabra recorre la mayoría de los comentarios: comodidad. Una nutrida saga de victorias en los dos últimos meses se ha justificado menos por el juego del equipo que por la fiabilidad de su sistema defensivo. El Madrid cosecha victorias y apenas recibe goles. La conclusión es que el plan funciona, según un modelo que consiste en juntar líneas cerca de su área, eso que ahora se llama bloque bajo, colaborar colectivamente en ese trabajo y salir pitando hacia el campo contrario, a toque de corneta. El trompetista no es otro que Vinicius. Es la cómoda fórmula que ha encontrado Ancelotti para ganar varios de los últimos partidos, incluido el enfrentamiento con el Inter de Milán.
Debajo de esa presunta comodidad discurren algunos aspectos que por el momento pasan inadvertidos. Como las victorias aguantan todo, los resultados justifican los excelentes resultados del Real Madrid, atribuidos a la calidad de las estrellas del equipo (Benzema, Vinicius, Modric y Kroos) y al éxito defensivo, encabezado por el rendimiento de Alaba, Militao y Courtois.
Las cifras avalan esta visión del Real Madrid actual. Marca la media habitual de goles y recibe muy pocos. Ancelotti debe de considerar que la edad y características de Modric y Kroos no les permiten los grandes recorridos que se exigen para presionar por todo el campo. Tampoco Benzema es un tarzán de la presión. Si Asensio figura entre los titulares, tampoco destaca por su rigor defensivo. No digamos si Hazard y Bale aparecieran por el equipo.
El partido con el Inter señaló una paradoja insospechada hasta bien poco. En términos de clásica cultura futbolística, el Real Madrid fue italiano y el Inter anti italiano. Presionó por todo el campo, jugó con frecuencia cerca del área madridista, atacó con decisión y remató una barbaridad de veces, sobre todo en el primer tiempo. El Madrid tiró de precisión. No concedió goles y aprovechó su primer remate, el sensacional láser de Kroos con la zurda. A partir de ahí, el Inter mantuvo su apuesta, pero con menos entusiasmo. Necesitaba vencer para alcanzar el primer puesto, y el gol de Kroos se convirtió en un Galibier para el equipo de Inzhagi.
La data matemática pretende destripar hasta el último recoveco del juego. Quizá lo logre, pero no será fácil. El fútbol es misterioso por naturaleza. Lo que parece cómodo quizá está más relacionado con esa maravilla que es la imprevisibilidad del juego que la incontrovertible eficacia de tal o cual modelo. El Madrid, por ejemplo, se siente empujado por el viento en las velas. Nada le perturba. Sin embargo, no es ajeno a algunos interrogantes.
En tres de los últimos cuatro partidos, todos en el Bernabéu (Sevilla, Athletic, Inter de Milán), sus rivales le han acribillado a remates. El Sevilla, en el primer tiempo. El Athletic, en el segundo. El Inter, en la primera parte. Entre los remates a los palos, las acciones defensivas desesperadas en el área pequeña, o en la raya de gol, y la tremenda respuesta de Courtois, el Madrid pasado las de Caín en grandes fases de cada uno de los tres encuentros. Su comodidad tiene, por lo tanto, una apreciable dosis de ficción.
Ninguno de los tres últimos adversarios ha obtenido rédito de su producción ofensiva, circunstancia que abundará en la idea de la eficacia del plan Ancelotti. ¿Es la mejor idea para alcanzar los objetivos del Madrid esta temporada? Es probable que el técnico considere que no hay alternativa posible. Si además los resultados, acompañan, la posibilidad del debate se disipa. En el horizonte, sin embargo, se perfilan equipos que presionan sin desmayo, saben atacar y perdonan poco: Bayern, Chelsea, Liverpool, Manchester City…Concederles el mando y los remates es una limitada garantía de comodidad.