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Dembélé lleva de cabeza al Barça

Dembélé termina contrato a fin de curso, el Barça le quiere renovar y él da largas. Con la carta de libertad puede tener muy buenas ofertas por ahí, porque es un jugador de los que hacen diferencia. Se ha visto en los dos últimos partidos de Xavi cuando le sacó como revulsivo aun a riesgo de recaída antes de ‘la final de Múnich’ y lo fue, por más que ante el Betis el Barça perdiera. Como lo fue con Sergi Barjuan el rato que jugó ante el Dinamo de Kiev. En el año del ‘esto es lo que hay’ resulta, a la espera de la curación definitiva de Ansu Fati, el valor de la plantilla que más esperanza despierta. Para Xavi renovarle es una prioridad y así lo ha dicho.

Pero, ¿cuánto se le puede dar a un jugador que ha faltado a tantos partidos y que no tiene una producción generosa en goles? El Barça le ofrece un contrato basado sobre todo en variables, pero con un fijo discreto. No es fácil que lo acepte y sí lo es que le lleguen mejores ofertas. Y no todo el mundo está de acuerdo en hacer un mayor esfuerzo en un jugador que sigue dando muestras de impuntualidad (ya se ha retrasado en algún entrenamiento de Xavi y a la cena de Pedri llegó una hora tarde) y cuyas lesiones proceden de su hábito de trasnochar jugando a la consola y cenando pizzas. El club le puso un cocinero y lo rechazó, dijo que era un espía.

En el otro extremo están los que piensan que dejarle ir sería tirar cinco años, que madurará, que su juego ya es menos alocado, que elige mejor. También que no hay jugadores así en el mercado y que Vinicius es un ejemplo de cómo la paciencia puede merecer la pena. Mientras, a Xavi ya le han preguntado en conferencia de prensa si en caso de retrasarse la renovación le dejaría fuera, como presión. Pregunta lógica en el feo contexto del fútbol, en el que el ‘bullying’ está institucionalizado. Xavi dijo que no, porque no es esa su forma de ser y porque no está por prescindir de lo que le pueda dar Dembélé, poco o mucho, pero diferente.