Crecimiento limitado
A un entrenador de fútbol solo hay que pedirle dos cosas básicas: que no llore en la presentación y que se note que tanto él como el grupo que dirige acuden a trabajar por las mañanas. Como añadido, que tenga una idea de lo que quiere hacer con el equipo. Y la guinda, que sepa expresarse. Así que, por ahora, de Xavi se puede afirmar que está funcionando, no tanto todo lo demás en el Barça. El entrenador no pone excusas ni cara de sargento, se muestra relajado y toda respuesta en rueda de prensa remite a su ideario. Nos vamos a aburrir de escuchar las mismas explicaciones en tono monocorde, nunca soltará exabruptos ni dirá que el equipo no corre, todo lo explica desde la adherencia o no al posicionamiento adecuado.
El Barça parece reactivado, lo cual habla mal de Koeman, peor de los jugadores antes acomodados y muy bien del nuevo preparador. El equipo está mejor colocado, no hay duda ya de la preponderancia de los canteranos, imberbes con una calidad soberbia que muestran porque se saben la partitura. Pero no es suficiente, tardará mucho aún en serlo. Da la sensación de que el equipo pronto tocará techo en su desarrollo esta temporada, pues lo limita la confección desequilibrada de la plantilla.
Siguiendo con las preocupaciones, aparece no solo la clamorosa ausencia de gol, sino de ocasiones creadas. Se intenta llegar al área con juego colectivo, movimientos mejorados, desmarques profundos, pero el equipo se precipita preso de la ansiedad o de la falta de calidad diferencial. Memphis parecía una cosa y es otra: lo que el Barça se puede permitir hoy día, ni más ni menos. Para seguir mejorando hará falta que vuelva Ansu, que no se lesione más Dembélé, algo improbable, y fichar gol. Tristemente, esto dependerá de los ingresos por pasar de fase en Champions, así que el barcelonismo anda poniendo velas a los jugadores antivacunas del Bayern, con suerte no podrán jugar en el decisivo partido del Allianz. La estupidez serviría para algo, por una vez. Triste y vana esperanza.