Conviene no dudar de Raúl
Cuando alguien ha pasado por todas las garitas del fútbol con una personalidad arrolladora y una ambición ganadora casi fanática, conviene no infravalorarle ni menospreciar sus virtudes. Raúl nunca ganará un concurso de Relaciones Públicas ni le verán utilizando palomas mensajeras para que mejoren sus críticas hacia su labor profesional. Jamás quiso hacer lobby de sí mismo. Eso seguramente le costó no ganar en 2001 el Balón de Oro que mereció con creces en el campo, pero que terminó llevándose Michael Owen por saber vender mucho mejor su 'producto'. Raúl funciona como entrenador como lo hacía en sus tiempos de pelotero de lujo. Se marca un objetivo, trabaja meticulosamente para alcanzarlo y no regatea esfuerzos ni busca excusas en su afán por cantar victoria.
Por eso no ha dudado en tirar de algunos juveniles cuando el Castilla ha entrado en ese estado complicado en el que los chicos no saben si morir por la causa o pensar que quizás debieron buscar una salida en verano para tener más minutos y mejor sueldo. Esos chavales se equivocan. En la cantera se trabaja para ser el mejor de la promoción y ganarse el debut en el primer equipo: un tesoro. Mi consejo para estos jóvenes talentos es que no miren el Whatsapp de sus agentes y se limiten a hacer caso a Raúl. Él está matriculado en la materia.