Muchas risas con Alves
En sólo una semana ha vuelto Xavi, Alves regresa a casa, se quiere renovar a Sergi Roberto, Umtiti tiene opciones de jugar de nuevo y se desvela cierto interés en Thiago. No me extraña que Alexanco se haya apuntado al gimnasio. Si a eso unimos los retornos de Laporta y Pau Gasol en los últimos meses y el intento de repescar ahora a Marc, convendremos en que la precaria situación de la caja ha acentuado la nostalgia en el Barça. A falta de fichajes millonarios, desempolvemos la sala de trofeos. El acierto o fracaso de esta política vintage la marcarán los resultados, pero mientras, el parón nos está permitiendo ver cosas curiosas. Y no hablo del tremendo antimadridismo de Luis Enrique guiándonos al Mundial con Carvajal, Sarabia, Morata y De Tomás en su once.
Me refiero a los juicios sobre la edad. Los mismos que elogian las facultades y el rendimiento de Ibrahimovic a sus 40 años, como a diario hacen con Joaquín por solidaridad generacional, y reconocen falta de liderazgo y experiencia en la plantilla blaugrana, ven la llegada de un campeón olímpico como Alves (38) como una irresponsable locura. Y aquellos que se habían convencido de que tropezar con Ansu, Gavi y Pedri era un mal necesario para dominar el futuro, aplauden este movimiento que desterrará a Dest y mandará pronto a Mingueza al exilio. Desde hace tiempo lo que pasa en el Barça está bien o rematadamente mal. En las grandes crisis lo primero que salta por los aires es el término medio.
Aunque esté infravalorado, lo más saludable a la hora de tomar partido es dudar. Así que ver a Alves otra vez de azulgrana es una maravillosa temeridad. Por un lado, el aguafiestas, está claro que se traslada un mensaje desde la directiva que choca de lleno con el aparato propagandístico que arrancó en verano y que resaltaba la juventud, la Masia y una nueva era. Da sensación de improvisación desesperada. Pero por otro, el esperanzador, el fichaje aporta el contrapeso necesario al adolescente aire del equipo, inyecta experiencia, hambre y, sobre todo, éxito en un vestuario que se ha acostumbrado de mala manera a perder.
Pero ante las dudas, que seguirán sin esfumarse hasta que el balón eche a rodar, lo mejor sería preguntar al adversario. A Vinicius, por ejemplo, ahora que está de moda: ¿prefieres encarar a Alves o a Mingueza…? O también podemos esperar a ver el recibimiento del brasileño en el próximo entrenamiento. O más sencillo y cercano, analizar qué se dice a nuestro alrededor. En el mío, la presentación de Xavi (obviando el show de Laporta) ya desempolvó viejos temores. Y ahora, la confección de este inminente once, a falta de algún refuerzo invernal y de ver si Dembélé cicatriza, desata menos bromas: Ter Stegen; Alves, Araújo, Piqué (Eric), Alba; Busquets, De Jong, Nico, Pedri (Gavi); Memphis y Ansu. Y eso no es por Alves. Se pruduce al recordar que este Barça de entreguerras tiene dentro más. Se trata de respetarte y hacerte respetar. Tanto como para que las risas de hoy sean también pronto cosas del pasado.