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Una antología del disparate para Xavi

Injustificable. Por su regreso a casa, el primer equipo del Barça debería enviarle a Xavi por correo urgente un vídeo del desastre que perpetró ayer en Vigo, etiquetado con el título Antología de un disparate en Balaídos. La verbena de la segunda parte alcanzó la condición de premium. Si algún entrenador sueña con tener resumido en 45 minutos todo lo que no tiene que hacer un equipo, lo encontrarán en el desaguisado que cocinó un grupo descontrolado, mal dirigido y, una vez más, con una falta de liderazgo alarmante.

Responsables. Aunque eso sólo lo conocen los que están dentro, a Sergi se le fue esta vez la mano con los niños. Entre otras cosas, porque cambió a los buenos (Ansu, Gavi, Nico) por otros menos buenos (Abde, Balde y Riqui Puig). De todos, el caso más decepcionante es el de Riqui, que ya es menos niño (22 años y tres en la primera plantilla). Una vez más, salió a jugar su partido. Su falta de rigor táctico llevó de cabeza a Busquets y De Jong, que habían jugado como los ángeles al lado de Nico. El Barça se rompió por el medio y metió al Celta en el partido hasta que Aspas olió la sangre y el Barça se convirtió en un hazmerreír. Y van...

Carácter. "Nos falta personalidad", se lamentó Frenkie de Jong después del partido en una imagen en la que era difícil discernir si lo siguiente que iba a hacer sería ponerse a llorar o liarse a patadas en el vestuario. El asunto es que De Jong tendría que ser uno de los que dieran un grito en el césped para que al Barça no le ocurrieran cosas como las de Vigo. Otro de los que están en el ajo es Ter Stegen, sobre quien se construyó una fama de liderazgo que siempre estuvo más fuera que dentro del vestuario y que ahora acompaña con un momento de fragilidad preocupante bajo los palos. Tal vez aquel pulso al club ("Bravo o yo") del que salió ganador, y no ponerle desde entonces competencia para no molestarle, haya terminado como un caramelo envenenado.

Radiografía. Esto es lo que se encuentra Xavi. Un equipo que no es capaz ni de aguantar un 0-3 en Vigo, con una plaga de lesiones brutal, con falta de autoestima y de liderazgo, y todavía algunos vicios del antiguo régimen del vestuario. Xavi, dicen sus cercanos, tiene detectada la enfermedad del Barça. Y viene convencido de que tiene la receta. Es cierto que la teoría no es la práctica, pero al menos él no tendrá que arrastrarse pidiendo tiempo. Se lo van a dar. Entre otras cosas, porque ahora mismo nadie sabe cómo voltear esto y es la única esperanza.