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Portillo, el niño que en Atenas fue Puskas

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En la época de Zidanes y Pavones, Javier Portillo se convirtió en un canterano diferencial, un chaval que en la vieja Ciudad Deportiva metía goles desde el vestuario. Un killer atípico, capaz de asociarse con los mediapuntas de espaldas a la portería y de entrar en el área con el cuchillo afilado para enchufar todo lo que le llegara. No era un nueve fornido ni cachas. Era hábil, rápido e intuitivo. Así fue como en el Madrid de los Galácticos dejó su huella con dos goles emblemáticos. El que enchufó en Atenas ante el Panathinaikos el 20 de marzo de 2002, desde 35 metros y con su zurda, fue brutal. El AS le comparó con Puskas por la manera con la que golpeó la pelota. Y en Dortmund mejoró su hazaña porque en la Champions de la temporada 2002-03 evitó con un golazo en el 89' que el Madrid quedase eliminado en la fase de grupos...

Pero ahora es hombre de despacho. Colgó las botas en el Hércules hace cinco años, dejando atrás una trayectoria elogiable con 160 goles en 458 partidos como profesional (Real Madrid, Fiorentina, Brujas, Nástic de Tarragona, Osasuna, Las Palmas y Hércules). Javi siempre tuvo el gusanillo de las entretelas de los hilos que se mueven en los clubes con el mercado de fichajes de fondo. Pero eso precisa de una labor de scouting paciente y precisa, sabiendo elegir los campos en los que puede sonar la flauta para localizar futuros cracks para este Rayo Vallecano del que se ha enamorado. Pero no les voy a engañar. Portillo sueña con volver al Madrid y no sería nada estrambótico. Conoce el oficio, tiene el ADN blanco y ama a Florentino. ¿A qué esperamos?