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Kipchoge, el monje tecnológico

La primera vez que Eliud Kipchoge acaparó los titulares, el aficionado mitómano maldijo su intrusión. Fue en los Mundiales de París 2003, en la final de los 5.000. Hicham El Guerrouj venía de colgarse el oro en los 1.500. Kenenisa Bekele había hecho lo propio en los 10.000. La distancia intermedia brindaba el desempate en un duelo cósmico, que fastidió un irreverente keniano de 18 años: el entonces desconocido Kipchoge. Aquella intromisión se ha cargado de simbolismo con el tiempo. La foto muestra hoy a tres leyendas. El keniano, en activo a sus 36 años, ya es historia del atletismo por su imponente récord en maratón (2:01:39), por haber sido el primer hombre en bajar (oficiosamente) de dos horas en la distancia, por sus dos oros olímpicos en Río 2016 y Tokio 2020

Juanma Bellón, periodista de AS, nos ha acercado el personaje en la presente semana, tras convivir con Kipchoge en su campamento de Kaptagat, un altiplano a 2.500 metros donde entrena de forma espartana, disciplinada, humilde… El keniano convive como uno más, incluso entra en los turnos de la limpieza. No importa que sea un acaudalado deportista de tres millones de dólares anuales, o que tenga que viajar con los cristales tintados para evitar las masas que le adoran. Eliud Kipchoge se levanta todos los días a las cinco de la mañana, vive separado de su familia de lunes a sábado… El keniano personaliza la esencia del atletismo. Como dice Carlos Arribas, redactor de El País, en el podcast La Pica de AS, es “un monje misionero”. Por contraste, el recordman mundial también es un convencido defensor del progreso, el icono de Nike para sus zapatillas voladoras de fibra de carbono… Seguramente, el secreto de su éxito está en esa mezcla triunfadora. En el respeto por la tradición, el compromiso con el trabajo y el amor por correr, combinado con la tecnología.