La alegría nos la dio el Rayo
Aperitivo feliz
Como terapia para alimentar el espíritu de una necesaria victoria ante Osasuna (ojo que los navarros son el mejor equipo de Europa fuera de casa), me acerqué a Vallecas para ver el Rayo-Barcelona. Fue un soplo de aire fresco ver con qué intensidad juega el equipo de Iraola, comiéndose literalmente a ese Barça que ejerció de telonero del partido del Bernabéu. Llegó el momento mágico cuando Falcao se giró con un quiebro brutal que destrozó la cintura de Piqué. Acto seguido, la puso donde solo la pueden poner los elegidos. El Tigre de Vallecas puso como una moto a los madridistas, que nos fuimos al Bernabéu eufóricos y convencidos de un cierre de jornada feliz, triunfal y con el liderato en solitario como premio. Con una victoria ante los navarros se sumaban seis puntos de golpe (los tres tuyos y los tres que perdía el rival). Pero Arrasate, otro estudioso de la pizarra, sabe que este Madrid sufre ante defensas cerradas. Cada vez que cogía la pelota Vinicius le cerraban hasta tres osasunistas. Benzema se descolgaba buscando huecos que no llegaban, mientras que Asensio y Camavinga naufragaban en la banda derecha. En la segunda parte la entrada de Marcelo agitó el ataque y las llegadas por ambas bandas fueron continuas, pero cuando no hay ideas claras la persiana se baja y la frustración se traduce en ansiedad. Casemiro intentó el gol que no metió Pelé en México-70, Benzema se encontró con el larguero (la pelota lo lamió) y Marcelo tuvo un centro-chut que no acabó tampoco en la jaula de Sergio Herrera. Muchos "uuuuuyyyyyys" y ningún "¡GOL!". Y Jovic y Mariano calentando en la banda para nada. Ancelotti debe sentarse hoy con sus hombres de ataque y conseguir que recuperen la frescura de las primeras semanas (1-4 en Vitoria, 5-2 al Celta, 6-1 al Mallorca...). Ahora empiezan a verse tan lejos aquellas bonitas goleadas de ese verano que ya no volverá...
El VAR
Otra vez el gran lunar del partido lo protagonizó el videoarbitraje. En el primer tiempo Lucas Torró pisó claramente el pie de Vinicius junto a la línea de fondo. Soto pudo no verlo, es humano, pero el balear Cuadra Fernández debía estar en ese momento sacando una naranjada de la máquina de refrescos. El madridismo empieza a echar humo. Ante el Villarreal (0-0) se comieron un penalti claro de Albiol a Nacho; el domingo, en el Camp Nou, tampoco pitaron el penalti de Mingueza sobre Vinicius; y esta noche tampoco se dignaron a señalar un penalti que sí pitó en San Mamés la misma pareja arbitral en el Athletic-Valencia, muy parecido por cierto al que pitaron a favor del Atleti el fin de semana pasado por la entrada de Merino a Luis Suárez. Otra Liga en la que el Madrid se topa con los arbitrajes. Encima, solo le dieron cuatro minutos de descuento cuando en la segunda parte hubo numerosas interrupciones y pérdidas de tiempo intencionadas de Sergio Herrera. Eso no es llorar, es denunciar. Ya vale.
Hazard, ¿dónde estás?
Jugó el belga, por decir algo, los últimos 25 minutos. Apenas tocó dos balones. Lo peor es que no se rebela ante su falta de incidencia en el juego del equipo. Este Hazard es un fracaso.
Vikingos felices
La vida sigue y la Liga sigue. Me lo recuerdan Ramón Manuel Cabo y Adriano López Corral, asturianazos de la Peña 'El Brezu' de Gijón. Tampoco me olvido de Neme, salmantino que lleva muchos años afincado en Pamplona, lo que no evita que su corazón sea más blanco que Jack Lemmon, y no me dejo en el tintero a los vikingos de La Volea de Zizou, de Arcos de la Frontera, a los de Villahermosa (Ciudad Real) y los de la Peña La Coma, de la Avenida Cardenal Herrera Oria. Me hacen sonreír con un chiste. "¿Sabes por qué al Barça le llaman el Trueno? Porque va detrás del Rayo...".