El adiós del hombre paciente

A eso de las diez y media de la mañana, la Asamblea del Athletic ha saltado por los aires. La reunión del 120, de San Mamés, del COVID... todas las piezas del puzzle han quedado en un segundo plano ante una declaración inesperada del presidente, que ha pisado mil medios de comunicación estos días de cara a allanar la reunión y en todos ha mantenido una postura inamovible: no gasta ni un segundo de su recia energía en hablar de si se presenta a la reelección. Nadie se esperaba que entrase ni esta salida. En realidad, ya lo tenía decidido: no estará en la cita con las urnas de junio. Bombazo para abrir un día muy intenso en La Catedral entre compromisarios, maratón y partido. Se ha largado un 'spoiler' de libro. Ha hecho oficial su renuncia con ese discurso lleno de giros y metafórico que tanto le encandila. En lugar de ser directo, ha soltado que no volverá al atril a defender un presupuesto. Estos días le cuestionábamos si emplearía esta estratagema, aunque calculando una mayor indefinición, para ablandar el corazón de esos fríos y analíticos compromisarios. Es su tercera convocatoria y en las dos anteriores las ha pasado canutas, pero, siempre paciente, ha mantenido la compostura con una educación y amabilidad que ojalá hubiera lucido en una mínima proporción, en la suela del zapato mismamente, su antecesor en el puesto. 

Elizegi siempre se imaginó llevar los mandos de un club que tanto soñó y tantos desvelos le provoca por querer llevarlo a la perfección. Pero entró con mal pie en Ibaigane. Con un respaldo de 85 votos sobre el candidato que cogía el testigo de ocho años de 'Urrutismo'. En este tiempo ha sido uno de los más contestados de la historia, pero él seguía ahí, con su enorme capacidad imaginativa, fantasiosa tal vez, pero también un espíritu tan dubitativo que ha desesperado a los socios, gente que no admite ni el mínimo titubeo. De las Fuentes le ha hecho un flaco favor estos días en una entrevista pidiendo ventas de jugadores para sobrevivir, como ocurrió en campaña con Uribe-Echevarría, 'gratinadas' con las poco afortunadas declaraciones de uno de sus asesores de comunicación. Las contradiciones de Elizegi con el contador y consigo mismo han generado un desconcierto general.

Con Elizegi, lo que un día era carne, un buey por ejemplo, al siguiente pasaba a nadar veloz por el mar y mutaba en pescado. Era complicado seguirle en cuanto a su capacidad de ensoñación. Pero no acabó de conjugar los mismos tiempos verbales que su gente. La Grada de Animación, su gran aspiración, fue tumbada y está por ver si saca la espinosa reforma de estatutos, ese dogma de fe tan inviolable como la célebre filosofía. Su 'buenismo' también le ha condenado. Se le han subido a las barbas, no ha sido tajante con voces discrepantes y errores de gente del club y eso le ha desarmado a ojos de una afición que siempre mira con lupa al 'primero de los rojiblancos'. Se marcha siendo fiel a su personalidad: es asiduo a no responder nunca con concreción o hacerlo con 'versos' ininteligibles y ahora ha soltado lo más sustancioso en semanas sin que nadie le cuestione nada.

Elizegi se ha encontrado con la ruina de una pandemia, que no ha dejado de girar sobre su gestión: nadie discute que un impacto así afecta a cualquier gestor por muy brillante que sea, pero muchos le reprochan que lo pone de excusa y, por lo tanto, no entran a valorar su impacto. La pescadilla que se muerde la cola. Las dos finales de Copa perdidas y la destitución de Garitano, por el que tanto se desgastó, le han pasado factura, pero una cuenta por debajo de los fantasmas (sábanas agitadas por sus poderosos y tenaces enemigos) que siempre le han rondado. Al parecer, cansado del 'no es no', se va, se dedica a sus negocios, que ha descuidado este tiempo. Saca la bandera blanca, rendición, puente de plata a los que tanto dicen que cualquiera lo puede hacer mejor. Este cargo quema a las personas a una velocidad cada vez mayor. No han pasado ni tres años desde que llegó aquel asombroso ascenso al trono rojiblanco y este apresurado anuncio de adiós. Y la mitad de ese período se ha vivido con la pandemia impidiendo llenar San Mamés. Ahora se abre el turno para que todos esos que veían a Elizegi como un presidente indigno del cargo tengan la valentía de demostrar que hacer olvidar su figura es tan sencillo. Que no les pase nada.