El Clásico pasa por Coutinho

El aficionado culé se agarra a un clavo ardiendo estos días. No es casualidad que cante “Kun, Kun, Kun” sin que aún haya dado un par de pases buenos. Con el descaro y la renovación de Ansu Fati se va pasando el tiempo. Y con las promesas del mercado (Haaland, Sterling, Xavi…) uno va haciendo trampas al solitario con tal de recuperar la moral perdida. Pero el problema real es que al fútbol de élite se juega cada cuatro días. Y, tras los agujeros de la caja y la oscura salida de Messi, es precisamente el balón lo que también tiene a punto de explotar al personal. Ayer hubo conato de bronca. Uno, cuando se sienta para ver a su equipo ya no recuerda a Bartomeu, sino el precio de Coutinho y su obsesión por creer que juega al fútbol sala.

No se puede jugar peor que este Barça. Y lo fácil y manido es reducir todo a que Luuk de Jong es un estorbo. A Koeman se le empiezan a acabar los argumentos y es el máximo responsable. Lo que hay, y de lo que se queja, es un portero de máxima categoría, una defensa repleta de internacionales, un centro del campo que el mismísimo Guardiola alinearía en época de bonanza y una delantera donde Ansu, Mamphis, Agüero, Dembélé y compañía no son precisamente cojos. Se ha ido Messi y es evidente que el Barça ha pasado de estar obligado a ganar todo a estar simplemente exigido a pelear por cada competición. Pero hasta ahora no ha dado ni siquiera el mínimo nivel por el que la gente está dispuesta a aplaudir. El desbarajuste defensivo, la pérdida de control y las escasas alternativas en ataque sólo se corrigen trabajando. Y a este equipo le falta maestría. Está a tiempo de atajarlo. Sobre todo, diciéndole a los afectados quién debe tirar ahora del carro sin esconderse. El reparto de roles brilla por su ausencia.

Que los más jóvenes cometan errores es ley de vida. Aunque son, curiosamente, Pedri y Gavi de los más maduros sobre el verde. Pero que De Jong, Coutinho, Memphis o el Kun, con varios trienios, pierdan tantos y tantos balones de manera continuada es una señal inequívoca de que se dejan arrastrar por la anarquía inherente a la edad de Dest o Ansu, cuando su papel debería ser justo el contrario: complementar su necesario atrevimiento con pausa, precisión y una lectura decente del juego. Por eso Busquets podrá jugar en este equipo y en la Selección hasta el Mundial 2038. Ante el Dinamo, sobre todo en la segunda mitad, el Barça quiso jugar a lo de antes sin estar convencido ni capacitado, obviando que aquellos mil pases en corto eran distractores hasta que llegara el desmarque y que el fútbol actual mezcla técnica con atletas a la carrera. Un equipo serio penalizará, como ya está sucediendo, cada una de sus absurdas pérdidas. Y lo que asoma es el Real Madrid, cuya patente es la del contraataque... Si el Barça aspira a ganar, y claro que puede, necesita con urgencia en su once gente seria (Mingueza de lateral), subir de rango a otro líder (De Jong) y dar festivo este domingo a Coutinho.