NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

"No sé donde está la felicidad, he venido a encontrarla"

Actualizado a

En el episodio 3 del podcast de Hooligans ilustrados, Manuel Jabois dice que ver el fútbol con los colegas siempre es un acto muy feliz. Me lo dijo en el mismo bar de Pontevedra en el que se veía con sus amigos cada fin de semana cuando era adolescente y años después. Entonces no necesitaban sms ni llamadas telefónicas para fijar cita, la hora la ponía siempre el Real Madrid. En el bar Rúas se quedaba a las Buyo en punto. Allí vivió Jabois muchas derrotas europeas del Madrid, también muchas victorias en Liga; en ambos casos la liturgia amistosa disolvía las angustias y amparaba la felicidad más plena, que es la que se vive de forma inconsciente.

Ver el fútbol con los colegas es, efectivamente, un acto muy feliz. A fin de cuentas, qué más se le puede pedir al fútbol si te pone delante de gente a la que quieres. Qué más se le puede pedir al fútbol si te hace pasar un buen rato. Esta última sensación es la que deja últimamente la Selección española. A los escépticos e incrédulos nos ha masajeado la conciencia a base de diversión, desborde e intensidad. A los creyentes los ha vuelto devotos. Hace unos meses, las derrotas de los de Luis Enrique nos dejaban un tanto indiferentes; ahora molestan -y no sólo por caer ante Francia-, señal inequívoca de que el equipo engancha. Desde la Eurocopa vemos el cableado que nos une con ellos.

Recuerdo que cuando Pep Guardiola aterrizó en Italia, dejando atrás su capitanía con el Barça y 17 años vestido de azulgrana, le dijo a la prensa algo así como: "No sé dónde está la felicidad, he venido a encontrarla". La obsesión por encontrar la felicidad y regalársela a la grada envuelta en celofán ha vuelto infelices a muchos jugadores, entrenadores y equipos a lo largo del tiempo. Está claro que que no existe una receta para conseguirla. Supongo que al final el fútbol es un deporte bien sencillo en concepción y en emociones; no necesita demasiada parafernalia. Básicamente, si los jugadores disfrutan de lo que hacen, los aficionados también lo hacemos. Y poco más.