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La ausencia de Messi

Joan Laporta habló esta semana en la radio de la situación del FC Barcelona. Ratificó a Koeman apelando a su experiencia del año 2003, cuando estuvo a punto de echar al recién fichado Rijkaard y su intuición (léase Johan Cruyff) le convenció para darle otra oportunidad. Laporta también comentó la situación económica, la reforma del Camp Nou y otros asuntos que se discutirán en la asamblea de compromisarios del 17 de octubre. Se trataba de allanar el camino a su gestión y, de paso, sembrar un poco de optimismo. Al preguntarle sobre Messi, sin embargo, el presidente se mostró más humano que nunca, afirmando que por momentos esperaba que el argentino se ofreciera a jugar gratis —una idea absurda que, en esas horas difíciles, tuvimos muchos culés.

Las palabras de Laporta, tan utópicas, ensanchan el aura mítica de Messi. Han pasado dos meses desde su adiós y me sorprende con qué rapidez lo hemos asumido. Tras las derrotas recientes del Barça —ante Benfica y Atlético— nadie se ha acordado de él, como si se aceptara que ni siquiera su fútbol podría resolver los desastres tácticos de Koeman. En el fondo es como si siguiéramos en una especie de limbo, una burbuja en la que las circunstancias nos invitan a cancelar las dudas y tener fe en algo.

La alternativa del club a la ausencia de Messi es la apuesta por la juventud. Esta semana se ha divulgado una foto de las perlas del Barça de menos de 22 años y la lista es increíble: Ansu Fati, Pedri, Gavi, Nico, Riqui Puig, Demir, Baldé, Araújo, Migueza, Dest, Iñaki Peña… Una alineación entera, con más futuro que presente, que invita a recordar el equilibrio necesario entre la tradición y el talento individual. Así lo definía el crítico T.S. Eliot hablando de poesía: "Ningún artista tiene sentido completo por sí solo. Su significado, su apreciación, llega a través de la relación con sus ancestros, su tradición". El Barça tiene la tradición a punto, ahora solo falta que Koeman sepa sacar de cada uno el talento individual. Bueno, Koeman o quien sea.