Lo que nos inventamos
Estos torneos de selecciones que nos inventamos a veces salen divertidos. Los jugadores se muestran sobre el campo atrevidos y liberados, sin ese miedo al error fatal que tanto les atenaza en los grandes escenarios y sin esa frialdad burocrática que desprenden los partidos clasificatorios. Al final hay una copa en juego, y ya sea la Copa Champiñón del Mario Kart o la Copa Konami, siempre hace ilusión poder terminar levantando un trofeo con tu selección.
Además es una buena oportunidad para ver talento al natural, en un estado casi asilvestrado. Me acuerdo de aquel Mundialito de selecciones que se organizó en Francia en 1997, ensayo del Mundial que luego se celebraría en 1998. Nadie recuerda ahora quién salió vencedor de aquel experimento, ni siquiera sabemos qué forma tenía el trofeo, pero todos guardamos en la memoria el momento en el que Roberto Carlos se inventó la bomba inteligente ante un ojiplático Barthez, los imposibles controles de un joven Zidane o los fogonazos de un incipiente y prometedor Denilson del que apenas volvimos a tener noticia. Eso es lo que importa.
En estas semifinales divertidas y directas, hemos podido disfrutar de Benzema y Mbappé, que hacen jazz cada vez que se juntan, de un Courtois estelar, de Carrasco, a día de hoy uno de los jugadores más en forma del mundo, de un Chiesa que apunta a jugador mítico de Champions, del búfalo Lukaku con el que suenan los tambores de Jumanji a cada arrancada o del milimétrico De Bruyne. Y, por supuesto, de los jugadores de la selección española, siempre bajo sospecha.
Un personaje infravalorado de la alabada The Wire, Slim Charles, le decía al jefe de su banda que ya daba igual quién hubiera hecho qué: "Si todo es una mentira, luchamos por esa mentira. Una vez que estás dentro… estás dentro". Pienso que el fútbol es parecido. Y nos ocurrirá lo mismo cuando llegue el ignominioso Mundial de Qatar. Cuando el balón echa a rodar, todos volvemos a ser niños en un patio. Con esos múltiples partidos transcurriendo simultáneamente en el mismo campo entre distintas clases y cursos. Y si todo era una mentira, luchabas por esa mentira.
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