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LaLiga evoluciona en tal dirección que ya no se sabe si un equipo está bien o está mal. Probablemente el Getafe, con un solo punto, y en última posición, esté bastante mal. Pero ya el penúltimo, que es el Alavés, por un momento estuvo de maravilla, lo que le permitió doblegar al Atlético y hacerse con los tres únicos puntos que tiene. Si ponemos la atención en los primeros puestos, no hay duda de que el Madrid parecía estar en racha. Goleaba y se permitía el lujo de no recordar a los jugadores que se fueron y a los que envejecen, mientras intentaba hacer pasar a Benzema por el mejor del mundo. Pero de pronto, parece inmerso en cierta crisis, después de una ridícula derrota en Champions ante un equipo que en el momento del sorteo de grupos parecía no existir del todo, y recientemente contra Espanyol.

 Quizá exista ya un estado de forma mezcla de bien y mal. En mi primer año de instituto, el padre de mi amigo Milucho no paraba de preguntarle qué tal el curso. Él siempre respondía que "chupao". "¿Qué tal latín?" "Chupao". "¿Qué tal dibujo técnico?" "Chupao". "¿Qué tal inglés?" "Chupao". Nunca vi a nadie tan convencido de su éxito. Y eso que ni iba a clases. Cuando llegó la hora, su padre se interesó por las notas. Milucho sonrió con optimismo y le dijo la verdad: "Bastante bien, papá. Suspendí ocho".

En el Atlético también hay confusión en relación a su estado. Pasamos de ver inofensivos a sus jugadores de ataque, y a su defensa blanda, a cómo enlazaba sendas victorias contra Milan y Barça capaces de curar la depresión. Hablando del Barça, nadie diría que pasa por su mejor momento. Pero se encuentra a cinco puntos del líder con un partido menos. No es muerte cerebral. Si quisiera, el equipo de Koeman podría quitar gravedad a sus dolores y mostrarse satisfecho, como Jack Nicholson en Chinatown, cuando un policía lo ve magullado y le pregunta: "¿Dios mío, que le pasó en la nariz?". "Me corté mientras me afeitaba", dice el detective. Cualquier cosa antes que admitir que le han dado una paliza. "Debe de dolerle mucho", añade el agente, a lo que replica el protagonista: "Sólo cuando respiro".