El de Mestalla fue un partido que recordó al del Giuseppe Meazza. El Madrid lo pasó mal, estuvo a merced, pero mejoró con los cambios y acabó ganando en un escenario crucial. Porque lo fue el de Milán, en la salida más difícil del grupo, y lo ha sido este, ante un Valencia al que Bordalás ha armado en tiempo récord con mano maestra. Le ha dado orden y convicción, como ha hecho en todos sus destinos anteriores, sólo que ahora tiene mejores futbolistas que en ellos. Por eso se mueve en la zona alta, por eso ayer estaba en juego el liderato, arrancado por el Madrid con apuros, con goles de Vinicius y Benzema, asistentes recíprocos.

El Valencia salió restado por la baja de Gayà, a la que se unía la de Cherysev, lo que obligaba a renovar el costado izquierdo. Curiosamente, en el primer tiempo se le fueron por lesión también los dos hombres de la derecha, primero Carlos Soler y luego Correia. Pese a improvisar los dos costados, el equipo apretó a un Madrid que metió la línea de defensa muy atrás y en el que otra vez fallaba Casemiro, que anda en pésima forma. De nuevo Alaba fue central y Nacho lateral. Eché en falta la capacidad de Alaba para sacar al equipo por la banda izquierda y cooperar con Vinicius. En fin, que el Madrid lo pasó mal hasta el descanso y al regreso peor.

Porque el Valencia volvió del vestuario más afilado, cogió al Madrid de la solapas y rozó el gol varias veces hasta que al fin llegó, justo cuando empezaba a dar signos de cansancio. A su vez, Ancelotti corrigió el equipo con cambios que de nuevo le resultaron. Con su gol, el Valencia se hizo prudente y el Madrid fue a por todo… y lo obtuvo. Primero, pase de Benzema a Vinicius, luego, pase de Vinicius a Benzema. Las dos veces con suerte, porque en el primer gol hubo rebote y el segundo lo hizo el francés con el hombro. Pero válidos para colocar al Madrid líder y a ellos copando la cabeza del Pichichi. El Madrid sufre, pero gana.