Al acecho de la polémica Flo-Jo
Los Juegos Olímpicos suelen dejar ganas de más, sobre todo en ciertos deportes. El atletismo, que tiene su escenario perfecto en verano, es uno de ellos. El calendario de la Diamond League, con tres reuniones en la segunda mitad de agosto y otras dos en septiembre, es perfecto para matar ese gusanillo, que en el caso de esta disciplina se ha multiplicado debido a la altísima calidad de la competición que se vivió en Tokio 2020. De momento se han celebrado dos mítines, Eugene y Lausana, este sábado se encadena el tercero en ocho días, en París, y ninguno de ellos ha decepcionado. El mayor impacto lo ha acaparado la velocidad femenina, especialmente la entonada Elaine Thompson, que ya coleccionó tres medallas de oro en los Juegos, en 100, 200 y 4x100 con Jamaica, y reapareció en el Prefontaine Classic con un registro de 10.54 segundos en el hectómetro, a sólo 5 centésimas del inalcanzable y polémico récord mundial de Florence Griffith-Joyner: 10.49. Cinco días después, en la Athletissima, fue Shelly-Ann Fraser-Pryce quien se marcó también un tiempazo de 10.60.
Este sábado es el turno de París, donde Fraser-Pryce ha causado baja, y las miradas se centran en Elaine Thompson, en esa posibilidad, que por fin se intuye cercana, de que pueda batir un récord de 1988 que siempre se vinculó a las prácticas de dopaje. Flo-Jo pulverizó marcas y acaparó podios en Seúl, se retiró del atletismo en su estado más dulce, y diez años después falleció mientras dormía a la edad de 38. Thompson ya es la segunda más rápida de siempre, en 100 y 200, y acecha un trono imposible en una época en la que el atletismo enlaza registros cósmicos y borra viejos hitos sin que se haya explicado bien la razón, aunque apunta a los nuevos materiales. Igual que Karsten Warholm envió a los libros de historia a Kevin Young, Elaine tiene a tiro un redoble de dificultad: Florence Griffith-Joyner.