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Es la única estrategia anti-jeques

Cuando hace unos años vendimos a Morata al Chelsea por 80 millones de euros y después a Cristiano a la Juventus por 100, me molestó lo suyo. Crecí en la cultura en la que el Madrid era el Emperador de este invento. Nosotros solo comprábamos. Lo de vender quedaba para los jugadores que descartaba nuestro entrenador de turno. De crío, yo sabía que los Juanito, Santillana, Camacho, Buyo, Butragueño, Sanchis, Míchel, Gordillo o Hugo Sánchez no corrían peligro. Del Madrid no se iba nadie. La excepción fue Martín Vázquez y él propio Rafa reconoció su error regresando tres años después (asistí a su redebut en Las Gaunas, metiendo un golazo en el triunfo final ante el Logroñés: 0-3).

Pero aparecieron los jeques con cheques sin fin y los multimillonarios rusos y estadounidenses. Ricos que fichaban con el semáforo en verde mientras los clubes 'deportivos' (Real Madrid, Barça, Athletic y Osasuna) tenían que cuadrar la cuenta para seguir jugando en el mismo tablero de parchís. Por eso, aunque algunas ventas hayan sido dolorosas (Achraf, Reguilón y Marcos Llorente eran ADN Valdebebas), acepto que para competir con los clubes-Estado hay que vender para aliviar las cuentas y esperar que te aparezca el Mbappé de turno para evidenciar cuál es el secreto: jugar de blanco no tiene precio. Por eso, el más 'rico' es nuestro Madrid.