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Levante y Madrid honraron el fútbol

Dos equipos empataron, pero el fútbol ganó en una noche hermosa, de las que acreditan el fútbol. Un gran suceso para este campeonato nuestro al que presentíamos soso y alicaído este curso en el que Messi se nos ha ido, multiplicando el efecto que produjo la salida de Cristiano. Estos seis goles en un partido trepidante, de idas y venidas, dos equipos lanzados al ataque y un esfuerzo colectivo ejemplar llenan de prestigio a LaLiga. Y justo el día en que la Ligue 1 nos envió el horroroso mensaje de ese Niza-Olympique de Marsella, con unas imágenes propias del fútbol de regional, sesenta años atrás.

El Levante es un equipo que juega y deja jugar. Ataca con gente y ambición pero se expone atrás, quizá en exceso. Incluso en fases del partido en las que le convenía contemporizar, dejó espacio para contraataques claros, como fue en el caso del 2-2, una carrera vertiginosa de Vinicius, y en la jugada que le costó la expulsión a su meta, Aitor, que tuvo que cortar con la mano 20 metros fuera de su área. Por momentos tuvo ganado el partido, rozó el 4-2 en un disparo al palo de Cantero tras dejar en el camino a Courtois. Al Levante se le fue el partido porque en momentos clave el corazón le pudo a la cabeza.

Y al Madrid, que hizo una excelente primera parte, se le fue porque atrás estuvo inseguro. Encajó dos goles por despistes, uno nada más regresar del descanso, otro tras una pausa de hidratación tras la cual descuidó el saque de la falta pendiente sobre su área. Y si pese a los descuidos atrás no perdió fue por su constante vocación de ataque y por la noche inspirada de Vinicius, que marcó dos goles de antología. Como en Vitoria, media hora le bastó para reivindicarse y poner en duda la decisión de Ancelotti de dar prioridad a Hazard. Tras lo de anoche, no hay más remedio que mirar a Vinicius de otra manera.