Elegancia, coraje y sentido común

Siempre es una delicia escribir mi primera columna de una nueva temporada. Más cuando el tema de estas humildes pero emocionantes líneas es Carlo Ancelotti. La última vez que me tocó hablar del míster italiano en estas páginas fue a finales de mayo de 2015, el día del Real Madrid-Getafe, pocos días antes de su despedida. El titular de mi artículo era "No me lo puedo creer", porque la realidad es que no me podía creer que el club iba a echar tan rápidamente al entrenador de la Décima, al hombre que había devuelto la gloria al Madrid y la paz al madridismo después de tres años de tensiones mouriñescas. Carlo tuvo que irse, pero se fue como el caballero italiano que siempre ha sido. Triste pero con la cabeza alta.

Luego el club tuvo elegantes detalles con Carletto, entre ellos invitarle a un partido de Champions contra el PSG (equipo que dirigió antes de su etapa madrileña) y el contacto nunca se perdió. De ahí lo fácil que fue proponerle que volviese al banquillo merengue. De ahí la rapidez con la que el míster contestó "sí" a la llamada del Madrid. No conozco a nadie que no se haya alegrado cuando se anunció su fichaje ni a nadie que piense que la plantilla no está en buenas manos. La victoria final nunca se puede asegurar pero los madridistas saben que con Ancelotti la elegancia, el coraje y el sentido común estarán siempre acompañando al equipo.