Una incertidumbre que mata
A diez días de que empiece la liga vivimos en un estado de incertidumbre. No sabemos qué va a pasar con Mbappé, Saúl, Koundé o el propio Messi. La incertidumbre es ese sentimiento de preocupación que nos produce ansiedad al no saber qué va a pasar. Messi también sufre esa intranquilidad. Cuando Leo salió del campo después de ganar la Copa América, el mejor futbolista del mundo estaba desempleado. Con un futuro personal y profesional incierto. Él quiere quedarse y el Barça lo necesita tanto a nivel deportivo como a nivel económico por todo lo que aporta.
La grave situación financiera del club gracias a decisiones impulsivas, más la voluntad de dejar que el contrato de Messi expirara en junio, han puesto en peligro una de las relaciones más exitosas entre un club y un deportista. Al dejar finalizar el contrato de Messi, ahora debe registrarse como un nuevo fichaje, en lugar de una renovación que habría facilitado bastante las cosas. A pesar que Laporta quiera hacer ver que "tot va per bon camí", el Barça está luchando contra sus deudas e intentando equilibrar sus cuentas, negociando salidas de algunas de sus otras estrellas y alargando sus contratos. El problema que surge es que el futuro de Messi ya no depende de él o del club. Las normas de LaLiga limitan el dinero que gasta cada club y Tebas no está dispuesto a que se note que cambia las reglas para facilitar la vida al Barça. Así que si no recorta su gasto en 200 millones de euros, no podrá inscribir a ningún jugador nuevo esta temporada. Además, incluso si pudiera reducir su gasto, solo tendría una fracción de ese total para poder fichar a Messi. Eso quiere decir que Agüero, Depay, Emerson Royal y Eric García tampoco podrán inscribirse después de ser presentados como nuevos fichajes hasta que el club arregle sus cuentas. Esto es malo para todos: aficionados, clubs, el Barça, LaLiga y para nuestro país. Messi es uno de los mayores contribuyentes de España. Entrega al fisco, según su último contrato, 50 millones de euros al año entre IRPF, impuesto de patrimonio y derechos de imagen. Así que o gana uno o pierden todos.