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Isco se tiene que tomar en serio

Lo del centrocampista andaluz todas las pretemporadas es el cuento del lobo. Parece que viene fino, que se quiere tomar su profesión en serio y que puede ser el mejor fichaje para el entrenador madridista de turno y en poco tiempo sus ganas e ilusión se diluyen como un azucarillo. Y el personal le tiene calao. Como es muy bueno, cada verano, un montón de equipos preguntan por su situación, pero ponen pies en polvorosa cuando se enteran del pastizal que ingresa por jugar a ratos. Al final se acaba quedando de mala gana y perdiendo otro año con cara de vinagre y rendimiento de jugador del montón.

Este año, la película repite el mismo guion y en su mano está pelear por intentar cambiar la situación. El club le deja las puertas abiertas para ahorrarse su costosa ficha, pero si se queda, Ancelotti está convencido de que le puede sacar un alto rendimiento. Isco alcanzó su versión más potente con el técnico italiano. Con el mercado parado y los fichajes ausentes puede estar ante una inmejorable ocasión de reengancharse al vagón de los cracks.

Si cambia su actitud de jugón consentido, si se esfuerza al máximo por cuidar un físico que a veces dista del de un jugador profesional y si aparta de su entorno a la gente que sólo le dice lo bueno que es, el malagueño puede convertirse en una de las sensaciones de la temporada. En un fútbol que se ha vuelto más físico y funcionarial, un centrocampista con la calidad del madridista puede marcar la diferencia si se centra y no se conforma. Isco lleva varias temporadas más preocupado de las redes sociales que del césped y le han pasado por la derecha y por la izquierda. En sus pies, o en su cabeza, está volver a marcar la diferencia y ser noticia por lo que hace en el terreno de juego y no por sus caretos cuando no juega o por sus declaraciones en Twitter. En el Real Madrid o donde sea...