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Inglaterra es finalista con penalti casero

En Dinamarca están indignados con el penalti de Wembley. En Italia, La Gazzetta dello Sport incluso aventura que es el pago de Ceferin a Johnson por su intervención contra la Superliga, lo que me resulta exagerado. La Superliga no la paró Johnson, sino las aficiones de los propios clubes complotados; o, dicho de mejor manera, la forma de sentir el fútbol que hay allí, tan distante de la de los seis dueños guiris y amillonados de sus principales clubes. En todo caso, la Europa del fútbol habla de un penalti que ha deslucido la clasificación de Inglaterra para la final, y con ello a todo el campeonato, que tan buenas señas estaba enviando

Resumen: el VAR no ha venido a remediar los males de siempre. Es un buen invento muy difícil de aplicar, algo así como aquellos inventos del Profesor Franz deº Copenhague (¡precisamente!) que publicaba el TBO. Una idea que pudo parecer buena, como el esperanto en su día, pero que no hay manera de aplicar bien. Al final, hay unos protocolos que sirven de escondite. En este caso había contacto, Jensen toca a Sterling, pero ¿este cae por eso o se tira? Al árbitro le pareció que cayó por eso, y ya que hubo contacto y era ‘jugada gris’, el VAR no intervino, mientras en sus pantallas millones de aficionados percibían una injusticia.

Fue un penalti casero, digámoslo así. Un penalti a favor de obra, a favor de que Inglaterra esté en una final contra Italia que quedará mucho más lucida así que con la intromisión de Dinamarca en ella. Makkelie hizo lo que llevo viendo toda la vida de Dios en el alto fútbol: evitar equivocarse contra la organización. Esos son los árbitros que llegan a esas alturas, los que tienen mando, autoridad, conocimiento, se equivocan poco y, ahí está el plus, nunca se equivocan como no conviene. Jugada gris. Penalti que lo fue en Londres y no lo hubiera sido en Copenhague si en esa ciudad se disputara la final. El VAR no cambia eso.