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La fragilidad del futuro

No sé si Raphaël Varane será jugador del Madrid la temporada que viene. Y creo que tampoco sabe muy bien mi doblemente compatriota (es del norte de Francia como yo) cuál será su futuro inmediato. Pero si hablamos de sensaciones, la verdad es que veo algo difícil imaginar al defensa central campeón del mundo con la camiseta blanca más allá del verano. Las dudas y los rumores no han venido por casualidad y el propio Varane no ha hecho nada por cortar de raíz las interrogaciones sobre lo que va a pasar con un rotundo (o menos rotundo): ¡"Me quedo en el Madrid"! No creo que esté jugando con el club para que le suban el sueldo porque es consciente de la situación económica y que la "pasta" no es lo que manda en su carrera. Recuerdo que un día me confesó José Mourinho que lo que más le había gustado de Varane a su llegada al Madrid es que nunca ni él ni su familia hablaban de dinero sino de proyecto deportivo.

Las ganas de descubrir algo nuevo ya le habían "picado" en varias ocasiones. Concretamente, la última vez fue en la primavera de 2019, pero una charla muy franca en tête à tête con Zinedine Zidane le había dado la ilusión y la voluntad de seguir creciendo aquí. Sin el entrenador francés en el banquillo y con la llegada de Carlo Ancelotti, con quien la comunicación no fue siempre muy fluida en la anterior etapa del italiano, y con las ofertas que parecen llegar de Inglaterra podemos pensar que Varane podría plantearse seriamente una salida. Su futuro madridista parece más frágil que nunca.