La Champions de las despedidas
El ajetreado domingo deparó un título continental para el deporte español: la décima Champions del Barça, una cifra récord en el balonmano por clubes. Fue un título que completó una campaña impoluta para el equipo azulgrana, con 20 victorias en Europa, que sumadas a las 40 encadenadas en España elevan el pleno a 60 triunfos. La cosecha doméstica tiene un mérito relativo, porque el presupuesto culé arrolla a sus rivales desde hace años, concretamente desde la desaparición en 2013 del Atlético de Madrid, a su vez sucesor del Ciudad Real. Las competiciones nacionales se quedan pequeñas para el Barcelona, que realmente está construido para pelear la Liga de Campeones. Ahí sí ha encontrado dura oposición durante este periodo, que ha salvado este curso con una actuación estelar.
La décima del Barça tuvo un sabor agridulce de despedida. Más agrio para Xavi Pascual, a quien no le sirvió la exhibición en la final, donde ganó por 13 goles al Aalborg, una ventaja récord, ni la condición de invicto durante la temporada, para continuar al mando. Pasqui ya estaba sentenciado en el puesto, a pesar de tener un año más de contrato, dentro de la revolucionaria limpia del nuevo presidente, Joan Laporta, que también incluye al responsable de la sección, otro mito del balonmano, David Barrufet, después de 37 años en el club. Pascual y Barrufet han endulcorado su amarga marcha con la victoria en Colonia, que supone una cifra redonda para el técnico: 50 títulos. Ahí queda eso para el próximo: Antonio Carlos Ortega. La décima supuso otro adiós más dulce, el protagonizado por el capitán, Raúl Entrerríos, que se retira con tres Champions y 11 Ligas, entre otros muchos éxitos. “Este ha sido el título más especial de mi carrera”, dice el asturiano, que todavía avista un reto por delante, el mismo desafío que le empujó a seguir en activo un año más: el oro olímpico en Tokio.