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Las anchas espaldas de Mbappé

El culebrón futbolero del verano sigue tomando temperatura día a día. Desde que Francia está concentrada para la Eurocopa, todos los gestos y las palabras del crack parisino se analizan con lupa: la presión del PSG, su buen rollo con Benzema, su negativa a firmar la renovación... Todo un batiburrillo de pistas y señales que tienen al madridista excitado y expectante. La jugada parece clara: sacarle este verano es una quimera porque los jeques no se andan con bromas y no conviene mosquearlos. La esperanza de Florentino se tiene que centrar en que el chaval tenga tan madurada su decisión de jugar en el Madrid que sea capaz de aguantar la insoportable presión a la que le van a someter.

Al Khelaifi, que piensa que todo se puede comprar con dinero, le ha echado un órdago públicamente bastante altivo y de mal gusto. Decir que no se va a ir ni gratis ni pagando es una sobrada que puede volverse en su contra. La sensación es que el delantero se ha cansado de estar encerrado en una jaula de oro y necesita un paso adelante si no quiere estancarse. El Madrid le ofrece la historia y la fuerza del escudo que el PSG no puede comprar por muchos petrodólares que tenga. Si al final el chico resiste y puede llegar libre es consciente de que será un poco menos multimillonario que ahora, pero se convertirá en la piedra filosofal del equipo más respetado y laureado del planeta fútbol. Y eso, querido Al Khelaifi, no se puede comprar con dinero.