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Valverde y Ayuso, una simbólica coincidencia

Este viernes ha sido una fecha señalada para el ciclismo español. Y no sólo por la categoría internacional de las dos victorias conquistadas por Alejandro Valverde y Juan Ayuso en el Dauphiné y en el Giro Sub-23, que también, sino por la enorme carga simbólica de la coincidencia. El murciano cumplió 41 años en abril, una edad en la que la mayoría del pelotón lleva tiempo jubilado. El alicantino tiene 18, todavía más joven que muchos de los rivales a los que se está enfrentando en la ronda italiana. El día que Ayuso nació, el 16 de septiembre de 2002, Valverde estaba corriendo su primera Vuelta a España. En concreto disputaba la contrarreloj de Córdoba, que terminó el 85º. El día anterior se había clasificado cuarto en la misma ciudad, donde Pablo Lastras, hoy su director en el Movistar, logró el triunfo. El dato no sólo evidencia la brecha generacional entre ambos, sino el mérito de la longevidad de Valverde. El Dauphiné es una de las grandes carreras de calendario, un pequeño Tour. Ahí sólo ganan los mejores. Su edad eleva esa victoria a una dimensión galáctica.

El triunfo de Valverde también tiene un reverso preocupante, porque sigue tirando del ciclismo español, a una edad en la que ya no debería ser el referente. Alejandro coincidió durante su dilatada carrera con una época de esplendor: Contador, Freire, Purito, Samuel, Sastre, Pereiro… Pero nadie ha tomado el testigo. Hay buenos ciclistas, como Landa, Bilbao, Castroviejo… Y también Ion Izagirre, segundo en este Dauphiné y ganador de etapas en las tres grandes. Pero nadie alcanza la altura de los predecesores. No era fácil. Lo que ha venido detrás tampoco asegura el éxito. Enric Mas, el más prometedor, no termina de dar el salto. Y mucho menos Marc Soler. Por eso la eclosión de Ayuso, que tanto recuerda al Valverde de los inicios, proyecta un futuro tan esperanzador. El Bala podrá retirarse tranquilo.