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El silencio de Laporta

Sobrado de labia y carisma, cada día que pasa resulta más incomprensible el silencio de Joan Laporta. Han pasado 80 desde que ganó las elecciones a la presidencia del F. C. Barcelona con el 54,28% de los votos, así que todavía quedan otros veinte para que se cumplan los cien de gracia que según algunos hay que darle para poder pedirle explicaciones. Cuando fue investido dio un discurso de casi una hora sin leer un papel y en el que tuvo un guiño hasta para Ramón Agenjo, vicepresidente de la Fundación Damm, para hacerse perdonar el flirteo con la Moritz a la que eligió como sede electoral. Ahora, sin saber por qué, es incapaz de juntar sujeto, verbo y predicado para contar qué pasó con los avales, la razón de su apoyo incondicional a Florentino Pérez en la aventura de la Superliga o el despido de un mito y un señor como David Barrufet. Nada.

Las conclusiones de la auditoría que ha realizado Deloitte se conocerán la próxima semana y Laporta ya se ha encargado de filtrar que se están encontrando morralla en cada cajón que abren, incluyendo contratos por debajo de 200.000 euros para evitar los controles. Que la gestión de Bartomeu ha sido un desastre no es ninguna sorpresa a la espera de conocer el alcance exacto de la tragedia, pero hay decisiones que ya se han tomado y que no deberían taparse bajo la colcha de purria de la anterior junta directiva. Aquí no se trata de convocar una rueda de prensa por la mañana y otra por la tarde, ni de telegrafiar cada paso que den, sino de que el líder que los socios escogieron mayoritariamente dé la cara ni que sea para exponer las razones de algo de lo ya hecho.

El silencio alimenta la inquietud y la sospecha de que no hay una idea clara en asuntos tan trascendentes como quién será el entrenador del primer equipo y se duda hasta de si Koeman seguirá porque confían en él o porque no hay dinero para despedirle y contratar a otro. Por no haber, no hay ni director deportivo y el de fútbol, Mateu Alemany, no ha sido presentado públicamente. La personalidad y el pico, por ahora y ya van 80 días, brillan por su ausencia.