Busquets como referente
Además de la patética inconsistencia del juego del FC Barcelona en los últimos partidos, que le valió el adiós a la liga, el aficionado culé tiene que digerir estos días que Luis Suárez marcará el gol que probablemente dará el título al Atlético de Madrid. Las burlas del destino procuran este tipo de sorpresas y más de uno —incluido Koeman— quizás se pregunta ahora qué habría sido del Barça si Suárez no hubiera sido despedido. Con su salida Bartomeu acallaba las críticas, pero la figura del chivo expiatorio es absurda en un deporte colectivo como el fútbol, donde el éxito individual depende de la conexión con los compañeros, el despliegue de un estilo o la confianza del entrenador. Demasiadas variables para centrarlas en un solo tipo.
Esta teórica vale para los veteranos que aparecen de nuevo en la rampa de salida: Alba, Sergi Roberto, Piqué, Sergio Busquets. Laporta apunta que se abre un proceso de renovación, y parece lo más sensato, pero habrá que analizar cada caso. Pienso sobre todo en Busquets. Empezó la temporada con dificultades para adaptarse al doble pivote que pedía Koeman. Luego el cambio de dibujo le devolvió a su gran nivel habitual. Pasaban las jornadas y se iba intuyendo uno de los defectos de Koeman: su sistema radical de preferencias, que no le permitía integrar a todos los secundarios en el proyecto. Al final jugaban siempre los mismos, que en algunos casos ya no aguantan 90 minutos de intensidad física y emocional.
Sergio Busquets está entre ellos, pero su peso en el Barça en los últimos 13 años es demasiado grande para dilapidarlo de golpe. Lo aconsejable sería una transición lenta, que aprovechara su influencia puntual y ayudara a transmitir sus conocimientos. Pronto se le buscará recambio y ya suena el joven Gravenberch —del Ajax, cómo no—, pero antes habría que mirar en el Barcelona B. Jóvenes como Oriol Busquets, Nico González y Jandro Orellana han crecido con el juego de Busquets en la cabeza, es una referencia, y están a punto para el reto del primer equipo.