Una interrogante angustiosa

Los Juegos prosiguen su cuenta atrás en medio de dos ambientes contradictorios. Hay una atmósfera de normalidad, que en España se ha escenificado con la elección de sus abanderados, la pareja formada por Saúl Craviotto y Mireia Belmonte, los más laureados, cuatro medallas por cuello, que estrenarán la fórmula mixta en el desfile del 23 de julio, al frente de un equipo que viajará íntegramente vacunado. Paralelamente, siguen las clasificaciones olímpicas. En los últimos días han logrado el pase Alberto Arévalo y Nico García Boissier, en saltos de natación; Adriana Cerezo, en taekwondo; Joan Cardona, en la clase Finn de vela; Mohamed Katir, en atletismo; María Corbera, Isabel Contreras, Tano García y Pablo Martínez, en piragüismo… Los atletas están centrados en Tokio. No quieren interferencias.

Pero allá en Japón, a casi 11.000 kilómetros, se respira un ambiente diferente. Y preocupante. El Sindicato Nacional de Médicos pidió este jueves al Gobierno nipón la cancelación del evento para evitar nuevas cepas. La demanda de un despliegue de 10.000 sanitarios en los Juegos ha creado también contrariedad en un colectivo que, inmerso en la cuarta ola y con un ritmo bajo de vacunación, se siente saturado. La situación médica, en pleno estado de emergencia, ampliado hasta el 31 de mayo, se une a la creciente oposición de la población. Las últimas encuestas señalan a un 60% de la ciudadanía en contra. Recientemente, una iniciativa puso 200.000 firmas en la mesa de las autoridades pidiendo la suspensión. Hasta 31 localidades que iban a albergar a equipos extranjeros en fechas previas han roto sus acuerdos. A la par, dos de sus deportistas más ilustres, Naomi Osaka y Kei Nishikori, han expresado sus dudas en voz en alta, mientras que otra estrella mundial, Rafa Nadal, cuestiona su presencia. La portada del diario francés Libération se preguntaba: ‘Tokio KO, ¿los JJ OO?’. Una interrogante angustiosa.