Fe, esperanza y Benzema
Lo primero, un sombrerazo al arbitraje del holandés Danny Makkelie y sus cinco acompañantes en la tarea, holandeses todos. Fue un arbitraje impecable, que hermoseó el partido y dejó en mal lugar todas las sospechas que aquí hemos vertido en las vísperas. No parecía estar entre sus preocupaciones si a Ceferin le haría gracia o no que pasara el Madrid. Sólo le pasó por la cabeza arbitrar bien y así lo hizo, sin darse a notar más que por su acierto, amonestando las entradas por detrás y prescindiendo de aspavientos. Da gusto ver un arbitraje así, seguro, limpio y sin VAR. Un arbitraje que acredita la pulcritud de este campeonato, puesta en cuestión.
Y otro sombrerazo a Benzema. Al comienzo del partido, un amigo me mandó el mensaje que me sirve ahora de titular: “Fe, esperanza y Benzema”. El Madrid lo estaba pasando muy mal, le achicharraba el ritmo del Chelsea, que había marcado por medio de Pulisic no mucho después de que Werner fallara un gol clarísimo y de golpe Benzema despertó al equipo con una carrera por el centro culminada con un tirazo de lejos que salió fuera tras tocar el palo. Eso enfrió al Chelsea, animó al Madrid y de resultas del subsiguiente arrebato llegó su primer córner, transformado en gol por el propio Benzema con una maniobra sensacional.
El 1-1 no es un buen resultado para la vuelta. Además, el Chelsea dio trazas de ser mejor equipo que el Madrid; mucho mejor en la primera media hora, sólo tenuemente mejor después. Es favorito para estar en Estambul, pero no tanto como parecía a la media hora de juego. A pesar de su agotamiento, muy visible en Modric y Kroos, que marcan el ritmo del juego, a pesar de la floja compañía de Benzema arriba, el Madrid se levanta a fuerza de voluntad, de unidad de propósito y de confianza en la dirección de Zidane. Y así ha ido saltando vallas cada vez más altas en esta competición. No le sobra nada, pero ahí sigue.