Las dos caras de una paliza

El contundente resultado (90-63) encajado por el Real Madrid en su estreno en el playoff de la Euroliga puede tener dos interpretaciones. La primera, la más natural, conduce a pensar que esa paliza de 27 puntos refleja el abismo que existe actualmente entre los dos equipos. No es una teoría descabellada. El Efes se erige como el gran favorito al título junto al Barcelona y al CSKA de Moscú, por el potencial de su plantilla y por el rendimiento exhibido en la fase regular. Una prueba de ello es que el Barça tuvo en su mano enviar al Madrid frente al Efes o frente al Milán, y obviamente prefirió relajarse ante el Bayern para chocar al equipo blanco contra el ogro turco. El rival es superior, al menos esta temporada, aunque en esto del deporte ya se sabe que nunca se ganan los partidos sin bajar del autobús.

La segunda interpretación, la más soñadora, empuja a pensar que el Madrid se dejó ir cuando ya supo el partido perdido y que la diferencia real entre ambos no es tan grande como resalta el marcador final. El entrenador contrario, Ergin Ataman, y su estrella, Vasilije Micic, coincidieron en la valoración al término del encuentro: “Esta victoria es sólo 1-0, da igual que hayamos ganado por más de 20 puntos”. Esa es la idiosincrasia, también el principal defecto, del sistema de playoffs en el baloncesto. No importa por cuánto pierdas. En ese defecto también asoma la única esperanza para el Madrid, que este jueves pondrá el electrónico a cero en el segundo duelo de la serie. Si gana entonces, arrebatará el factor cancha al temido equipo de Estambul, aunque en esta Euroliga sin público no tenga demasiada incidencia. Para ello, los de Pablo Laso pueden agarrarse a la igualada primera parte (44-40, al descanso), en la que tuteó sin complejos al amenazante rival. Otra cosa diferente es si esta plantilla sin Campazzo, sin Deck, sin Randolph, sin Poirier, tiene fuelle para resistir un choque completo.