Asensio eleva una clamorosa petición
Asensio recordó a Asensio en el ligero entrenamiento que el Real Madrid disputó con el Eibar, que empieza a dar todas las señales de los equipos decaídos. En el Eibar, el decaimiento está más prohibido que para los demás. O juega con un entusiasmo y una convicción insuperables, o se aboca al derrumbe. En Valdebebas no recordó ni por un instante al admirable conjunto que ha construido Mendilibar en los últimos años.
Marco Asensio sí se pareció al jugador que estaba hecho para el Madrid cuando el club pagó cuatro millones de euros al Mallorca. Aquel futbolista se ajustó al centímetro a las necesidades del equipo. En su primer año disputó partidos cruciales y fue muy importante en las últimas rondas de la Copa de Europa. Su gol en la final de Cardiff contra la Juve coronó su temporada y selló su futuro en el Real Madrid.
Más de un año y después de la grave lesión que sufrió en la rodilla, todavía se le mide a Asensio por su respuesta a las consecuencias del trallazo físico. En el mejor de los casos se intenta justificar su irregular rendimiento esta temporada. Ha mezclado unos pocos partidos relevantes con una larga y plana secuencia de actuaciones insustanciales. A estas alturas, Asensio es jugador discutido. No faltan asensistas, pero hay un considerable racimo de críticos al jugador balear.
El potencial existe y es grande. Asensio es poderoso, sabe jugar, elige bien, no es egoísta y su finura en el toque es tan exquisita como la violencia y colocación de sus remates. ¿Por qué le cuesta últimamente reunir y ordenar todas sus cualidades? Un sector de críticos admite que Asensio es un excelente futbolista, pero no admite la lesión como coartada única para justificar los baches. Señalan que es un problema de carácter: a Asensio le falta el fuego interior que se requiere para que emerja el excelente futbolista que puede ser.
En cualquier caso, es un jugador que divide las opiniones. No es un jugador irrelevante, en definitiva. Los futbolistas con dos bandos muy marcados, y en el Madrid se ha sabido de muchos casos, suelen ser especiales. Asensio se encuentra en una encrucijada decisiva en su trayectoria: o está hecho para el Real Madrid, con todo lo que eso representa de consistencia y personalidad, o corre el riesgo de disiparse y terminar fuera del club. Sería lamentable, porque cada vez que emerge nos avisa de unas cualidades poco frecuentes en el fútbol.
Asensio marcó un gol al Eibar, estrelló un tiro en el larguero, dibujó un maravilloso taconazo en un gol luego anulado y jugó con una soltura impactante. ¿Hubo algo en el partido que le motivara más de la cuenta? ¿Fue el rapto de una tarde poética? ¿Le ayudó la debilidad del Eibar? Quién lo sabe, pero algo de su actuación señaló algunas pistas que se repiten desde su debut en el Madrid.
Asensio suele jugar de extremo, pero no lo es. En carrera puede ser tan bueno como cualquiera: su tranco es inalcanzable y la calidad de sus centros admite pocos rivales en la Liga. Sin embargo, Asensio se siente aprisionado contra la banda cuando para la pelota. No es un regateador eléctrico, de salida instantánea, capaz de desbordar por habilidad en una baldosa. La mayoría de las veces eso significa recibir y devolver el balón atrás. Cada vez que eso ocurre, y ocurre en muchos partidos, Asensio se aflige. Parece un prisionero.
Contra el Eibar, Zidane diseñó un sistema con tres centrales y dos carrileros. Más importante fue la ubicación de Asensio, por detrás de Benzema, es decir por dentro, en una posición que le permite participar en el juego, arrancar con más espacio o con menos fronteras y sacar todas sus habilidades como pasador, rematador y llegador. Si algo resultó significativo en la actuación de Asensio, fue su clamoroso deseo de jugar en esa geografía del campo.