El récord de Sergio Ramos tiene precio
Lo que mal empieza mal acaba. Sergio Ramos viajó a estos compromisos de la Selección mal curado, recordemos que faltó al partido previo del Madrid, contra el Celta. Pero o Luis Enrique y él no le dieron importancia a lo que tenía o bien dieron prioridad al objetivo del récord mundial. Ellos lo sabrán, para ellos queda. Pero también queda la evidencia: jugó la mitad del primer partido, en el que se le vieron las costuras, faltó al segundo y en el tercero Luis Enrique le dio esos minutos de gracia que se convirtieron en su partido 180. Acto seguido, se quedó con los que no jugaron haciendo unos sprints para no perder el día y se lesionó.
Una fatalidad... que tiene su raíz en una imprudencia de origen. El suceso contrasta con lo que ocurrió con Kroos: viajó con Alemania, notó unas molestias en los aductores y regresó a Madrid. Cuánto mejor hubiera sido que Sergio Ramos regresara al menos tras ese tiempo jugado contra Grecia en el que se vio que las cosas no iban bien. No sabemos qué hubiera pasado en ese caso, si hubiera habido tirón o no, pero sí sabemos lo que ha pasado en este: que sí lo hubo. Su viaje le ha dado poco a la Selección (medio mal partido) y le ha quitado mucho al Madrid. A cambio, él ha pasado de 178 a 180 partidos en su carrera hacia los 184.
El Madrid se juega la temporada en tres partidos que él ya no podrá jugar, los del Liverpool y el del Barça. Por primera vez he encontrado madridistas mosqueados con este jugador, ejemplar en tantas cosas, pero que aquí ha quedado en falta en mal momento. Justo cuando cumple los 35 y discute entre renovar o escuchar ofertas, le sobreviene esta racha que hace dudar de su conocida condición de supermán proteico, siempre presto, siempre animoso. Como poco, tendrá que asumir que esto es una baza para Florentino en el póker que se traen los dos. Haría bien en renovar por lo que le ofrezcan, como ha hecho Luka Modric.