El secreto de Muguruza

Los gestos recién terminada la final, también las palabras, revelan el secreto de esta nueva Garbiñe Muguruza, más centrada, más regular, más tenista. Garbi miró a la grada, donde se encontraba Adriana Forti, su fisioterapeuta, que durante estas dos semanas en Doha y en Dubái ha sido mucho más que eso, su coach, su preparadora, su soporte… y hasta la prolongación de Conchita Martínez, que le acompañaba en un móvil sostenido por un trípode a través de una videoconferencia. Conchita no ha podido escoltar físicamente a Garbiñe, debido a la cuarentena que guarda por un positivo por coronavirus, pero ha estado siempre con ella desde su encierro en Qatar gracias a la tecnología. Cuando Muguruza miró a Forti, la fisio argentina se llevó la mano al corazón y señaló a la tenista. Adriana ha estado día a día ahí, antes, durante y después de los partidos, y nunca faltó su mensaje de ánimo en las redes: “Vamos, carajo”. Unos minutos después, cuando la hispano-venezolana tomó el micrófono, dedicó la victoria a “todo el equipo”. Volvió a mirar a Adriana… y Adriana lloraba.

El secreto de Garbiñe está en el equipo. Eso que llama el Team Mugu. Después de años confusos a las órdenes de Sam Sumyk, con quien alternó brillantes resultados con inesperados batacazos, la caraqueña afrontó un cambio necesario con el que ha encontrado el equilibrio, rodeada de un grupo en el que se siente participativa. Muguruza está más centrada, más mentalizada, y eso permite que su tenis fluya. Ya no tiene los bajonazos emocionales de antaño. Ha tomado el control. Ayer mismo vimos un buen ejemplo ante Barbora Krejcikova, que usó artimañas varias para demorar la final, para ralentizar el juego… Garbiñe no cayó en la trampa. Hizo su partido, logró su 18ª victoria del año, el octavo título de su carrera y se acerca a saltos al top-10. Muguruza ha encontrado el camino. Junto a su equipo.