El fútbol suele devolver lo que quita. El Atlético perdió por 0-2 ante el Levante un partido en el que jugó muy bien, y a cambio ayer ganó por 0-2 al Villarreal jugando bastante peor. Una victoria que le llega en buen momento, porque abre el paracaídas justo la semana en que llega el derbi. El Atlético estaba metiéndose en un bache hondo. Lo que empezó por ser una crisis de resultados, por marcadores no adecuados al juego que hacía, pasó a una crisis de fe y de juego. Se vio estrepitosamente en Bucarest ante el Chelsea, y se vio ayer, sin tanto estrépito, ante el Villarreal. Pero ganó porque fútbol es fútbol. Y se acuesta tranquilo.

El Villarreal fue mejor. Mandó en el juego y amenazó el área del Atlético, sobre todo por la derecha, con Samu, y por el centro, donde Gerard es una piraña en un bidé. Pero los goles fueron para el Atlético. El primero, cerca del decanso en un córner tocado para Lemar, al que el Villarreal descuidó y pudo meter su centro al segundo palo, donde ganó Savic. Al sexador de pollos le costó cuatro minutos darle validez. En la segunda parte dobló la ventaja con un buen gol de João Félix, que presenció la primera parte desde el banquillo y se desahogó haciendo el clásico numerito del ñoño. Que meta un gol de cuando en cuando no es para tanto, pensé.

De modo que el Villarreal se fue sin premio y el Atlético se coloca a cinco puntos del Barça, al que se vio muy solvente ante el Sevilla, y a seis del Madrid, pendiente de recibir hoy a la Real. Así están las cosas a una semana del derbi, pocos días después del cual el Atlético amortizará por fin su partido pendiente contra el Athletic. A partir de entonces irán los tres al compás y podremos llevar mejor las cuentas. El Madrid espera hoy a la Real con la buena noticia de que recupera cuatro lesionados que más que mejorar la alineación inicial le pemitirán tener un banquillo más macizo que el que presentó en Bérgamo. LaLiga entra en el nudo.