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Los Mundiales de disciplinas de invierno se encadenan durante este mes de febrero, a un año de la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín, y continuarán durante el próximo marzo: esquí alpino, snowboard, skeleton, bobsleigh, patinaje de velocidad, esquí de fondo, freestyle, patinaje artístico… Los deportes de nieve y de hielo están en temporada alta. Históricamente, España ha pintado poco en estos escenarios, no vamos a engañarnos. Hay pocos ejemplos de deportistas que hayan logrado visitar los podios internacionales: los hermanos Fernández Ochoa, Paco y Blanca; María José Rienda, Carolina Ruiz, Javier Fernández o aquel espejismo importado de Alemania de ingrato recuerdo, Johann Muehlegg. Cuatro medallas olímpicas, dos de ellas en los últimos Juegos de PyeongChang 2018, son todo el bagaje.

Sin embargo, actualmente hay una disciplina en la que sí se pelea en lo más alto: el snowboard. Lleva tiempo haciéndolo Queralt Castellet en la modalidad de halfpipe. Y lo hizo Regino Hernández con su bronce olímpico hace tres años en boardercross, un escalón al que ya estuvo a punto de subir Jordi Font en Turín 2006. Pero el más talentoso de todos es Lucas Eguibar, un donostiarra de 27 años que no ha parado de coleccionar resultados desde que se proclamó campeón mundial júnior en 2013. Entre sus hitos tiene la Copa del Mundo 2014-15, el famoso Globo de Cristal, y cuatro triunfos parciales en esta competición. También dos platas en los Campeonatos del Mundo de Sierra Nevada 2017, a las que sumó hace una semana la joya de la corona: el oro en los Mundiales de las montañas suecas de Idre. Una gesta que aspira a repetir dentro de un año en los Juegos, la única barrera que todavía no ha derribado. Está en el buen camino. Este mismo jueves volvió a competir con éxito en la Copa, en Reiteralm: plata. Eguibar no se baja del podio. Ahí está su sitio. Y el del snowboard español.