NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

No hay mal que cien años dure

No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista como sentencia el refranero, aunque a veces lo parezca. El Barça había generado confianza y hasta cierto entusiasmo entre su afición gracias a una buena racha de victorias en la Liga y cuatro arreones de épica en la Supercopa y la Copa ante rivales como el Cornellà, el Rayo o el Granada. Messi además estaba enchufado al juego y al equipo porque celebraba los goles. Y así, con la sensación de que al menos estaban en condiciones de competir frente a un PSG sin Neymar ni De María llegó el sopapo de turno, la gran torta, la cruda realidad. Un doloroso día de la marmota en el que te vuelven a humillar en la Champions con la única novedad de que esta vez encima te lo hacen en casa. La agonía está durando demasiado y lo peor es que no se atisba el final de la recurrente pesadilla.

Leo Messi, tras la derrota contra el PSG.
Ampliar
Leo Messi, tras la derrota contra el PSG.ALBERT GEAREUTERS

El Barça se puede quedar sin objetivos en marzo. Lejos del Atlético en la Liga y obligado a remontadas que se antojan imposibles en la Copa ante el Sevilla y en la Champions frente al PSG, el aviso de Koeman sobre la necesidad de ser realista y tener paciencia —"Pedri en cinco años será mejor que cualquier centrocampista del PSG", dijo— es relevante. También deprimente, para qué engañarse, pero es que no dan más de sí, el relevo generacional aún no se ha producido y los veteranos, las estrellas, ya no pueden. Ante un rival con cara y ojos Messi se esfumó y la imagen de Piqué intentando parar agarrando de la camiseta a un Mbappé supersónico, sus gritos desesperados tras el empate a uno ("ni una puta posesión larga, estamos corriendo como locos") resultan especialmente traumáticos. Para completar el cuadro, ya se sabe que en la caja no hay un euro para fichar ya no a Mbappé, sino a Èric García si no llega gratis.

Acostumbrarse a sufrir sin que la gloria te espere a corto plazo es desolador, pero es lo que hay y cuanto antes se asuma, mejor. Porque no durará cien años y, por supuesto, no hay cuerpo, ni cabeza, que lo resista.