Los abrazos con Marcelino
El Valencia se dejó en San Mamés dos puntos por falta de contundencia en el área de Unai Simón, dos puntos que le hubieran situado décimo en la clasificación, lejos de dónde jamás debería haberse asomado en esta Liga y cerca del hábitat en el que debería estar esta plantilla. El paradón de la tarde lo hizo Jaume, aunque fueron más las llegadas del Valencia que las del Athletic. Pero solo Gabriel Paulista fue de verdad a por el balón para que éste llegara al fondo de la red y de ahí que se quedasen en nada las ocasiones que tuvo Maxi Gómez, los disparos desde la frontal de Guedes o la que tuvo Cutrone para salir por la puerta grande de La Catedral en su estreno como che. Así que el empate fue justo, porque el fútbol se decide en las áreas y en ellas los de Gracia no hicieron valer la superioridad que sí tuvieron en otras parcelas del campo, ayudado por ese plus físico que tenían respecto a sus rivales.
El partido, resultado al margen, dejó tres detalles: Gracia repitió por primera vez once, el debut de Cutrone y los abrazos que al final del duelo se dieron Jaume, Maxi Gómez o Gabriel con Marcelino. Quizás lo primero, no haber repetido alineación, esté condicionado por factores ajenos a la voluntad táctica de Gracia (lesiones, calendario…), pero también tiene parte de culpa las dudas que el navarro ha tenido durante fases del curso sobre la capacidad de Thierry Correia o la regularidad de Guedes. Respecto a Cutrone, seguramente éste no hubiera entrado a las primeras de cambio con Kevin Gameiro en la convocatoria, aunque si en lugar del Cutrone hubiera estado en el banquillo Sobrino, me da que antes habría salido Kang-in Lee. Evidentemente algo le habrá visto en tres entrenamientos Gracia a Cutrone para darle la alternativa en el momento que lo hizo. Por último, los abrazos con Marcelino. La verdad, poco hay que decir y a nadie pudo sorprenderle tal gesto de afecto. Pocos entrenadores dejan tanta huella en un vestuario como dejó el asturiano en el del Valencia.