Todos fuimos el Alcoyano y el Cornellà
Resulta significativo que, cuando nos están contando que las nuevas generaciones de público inquieto reclaman más enfrentamientos internacionales, los partidos más memorables de la temporada hasta la fecha sean aquellos que han protagonizado los grandes de nuestro fútbol en canchas humildes de equipos locales -es decir, que no pretenden representar a nadie más que a aquella gente de su propia localidad-. De la épica victoria del Alcoyano con diez jugadores ante el Real Madrid en la prórroga nos acordaremos durante décadas. Quizá no tanto tiempo perdurará en la memoria -porque fue una gesta incompleta- la hazaña de Ramón Juan, portero del Cornellà, deteniendo dos penas máximas al Barcelona, pero será un episodio difícil de olvidar. En este tipo de partidos jugamos todos: todos los que no somos del Madrid apoyamos con fervor al Alcoyano, y todos los que no somos del Barça ni antes del Atlético nos pusimos la camiseta del Cornellà. ¿Por qué? Porque nos representan a los que nunca ganamos, a los que sólo tenemos el derecho de soñar, a los que hemos asumido que seremos fieles aficionados durante toda nuestra vida pese a la imposibilidad de levantar un título. Cuando un Segunda B se enfrenta a un Primera está representando a todos los Segundas B de España. Y más: a los de Tercera que no ven la Segunda B tan lejos, o a los de Segunda A que nos hemos pasado años y años en los campos de bronce y no hemos olvidado aún a qué huelen sus terrenos de juego de pura autenticidad.
Pero esta Copa, cuyo magnífico formato va sólo por su segundo año y habrá que defender a capa y espada cuando las voces elitistas pretendan ahogarlo, proporciona también posibilidades de gloria a aquellos de Primera que, estando en el escalón más alto de nuestro fútbol, rara vez se pueden plantear optar a llenar sus vitrinas. Es bonito que el fútbol mande este mensaje a la sociedad: si las cosas se hacen bien, a veces, las puertas del éxito no están cerradas. El triunfo no pertenece exclusivamente a los mismos de siempre.