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El discreto encanto del campeonato de invierno

Algunas veces nos llevan en volandas cuando más lo necesitamos, y otras veces les llevamos nosotros a ellos cuando más lo necesitan. Esa es la hermosa relación del Atleti con su familia, con nosotros.

Estuvimos sometidos a una noria salvaje en 2020 debido a la crisis sanitaria y a los vaivenes futbolísticos. Mala primera parte de la temporada, buena remontada tras el parón futbolístico y social causado por la primera ola de dicha crisis para terminar entrando en puestos de Champions, y una eliminación decepcionante ante un Leipzig de la manera menos heroica posible.

Pues borrón y cuenta nueva. El equipo ha empezado la temporada 2020-21 de manera espectacular y nos está llevando en volandas a nosotros. Están devolviendo con creces a su gente lo que su gente les dio tantísimas tardes y noches en el primer Metropolitano, en el añorado Calderón, o en el hermoso nuevo Metropolitano.

Cuando nos necesitaron nos tuvieron. Ahora que nosotros les necesitamos, les tenemos. Y les tenemos primeros de la tabla, con una ventaja cómoda, con algunos partidos jugados menos que todos los demás equipos.

Recuerdo cuánto se habló en una época del "muro de sonido" inventado por el productor musical Phil Spector, consistente en grabar capas y más capas de baterías, bajos, guitarras, coros, percusiones, etc. Así se iba construyendo alrededor de una canción un muro de sonido compacto y espectacular. Cuanto más veo jugar al Atleti, más veo el muro defensivo de Simeone, defendiendo maravillosamente por capas también. Es un espectáculo eso que hace el equipo defensivamente. Son un acordeón perfecto. Merece la pena verles jugar sólo por analizar la capacidad defensiva del equipo.

Así han llegado a proclamarse campeones de invierno, título que no sirve para mucho pero que a los atléticos nos sirve para muchísimo. Nos están devolviendo con tanto amor lo que con tanto amor les hemos dado. ¡Enhorabuena, campeones!