Sin Messi pero con Ter Stegen
Me gusta esta Supercopa en 'formato Rubiales', y me gusta más en Andalucía, aunque sé que da menos dinero. Y digo Andalucía porque para estas fechas ofrece más garantías, no digamos ya este año, y tiene ciudades y campos no para una Supercopa, sino incluso dos, la de hombres y la de mujeres. Esta última, disputada íntegra en Almería ya tiene final, Atlético-Levante, que se jugará el sábado. Que se celebren casi en simultáneo las dos supercopas creo que no resta atención a la femenina, sino que la potencia, metiéndola en un todo que viene a constituir algo así como una gran feria donde el fútbol español muestra lo mejor que tiene.
Córdoba hospedó una semifinal soberbia, a la que sólo le faltaron el público y Messi. El Barça y la Real soltaron un partido precioso y nos permitieron rebañar el plato hasta el fondo con una prórroga en la que se redobló la emoción y una tanda de penaltis inolvidable. Ter Stegen paró los dos primeros de los donostiarras, pese a los cuales, fallos de De Jong y Griezmann mediante, la Real quedó viva hasta el quinto del Barça, que transformó Riqui Puig, el incomprendido de Koeman. Había salido en la prórroga, no pesó, pero se dio el gusto de poner la firma a un partido superior y compartirá los mejores elogios de la noche con Ter Stegen.
La Real se fue triste. Hizo un partido bueno, meneó mucho a Ter Stegen, que se apuntó las mejores paradas de la noche, aunque también Remiro tuvo su actividad. Pero en los penaltis, el alemán se agigantó. Sus saltos por la línea, de lado a lado, intimidaron a los tres primeros lanzadores, incluido Oyarzabal, que llevaba quince aciertos seguidos (el último anoche mismo) con su peculiar estilo, ese saltito que me recordó a las niñas de los sesenta jugando al tejo, cuando conducían una piedra entre cuadros de tiza. Digno perdedor la Real, pero perdedor al fin. Madrid y Athletic lo verían por la tele, en Málaga. Hoy les toca a ellos. A ver si nos dan un espectáculo así.