El Madrid fue sin ganas y volvió sin nada
El Madrid, hablo del club, se pasó un día largo rezongando contra el partido de Pamplona. Su plan era viajar en la mañana de ayer, cuando, por cierto, estuvo cerrado Barajas, como era previsible. Tebas les instó a viajar el viernes y lo hicieron por la tarde, en un horario imprudente. Eso les retuvo en el avión cuatro horas, en las que con su facilidad para tirar la piedra y esconder la mano, el club lanzó quejíos desde todos los medios a su alcance, que son muchos. Una ocasión para desacreditar a LaLiga, a mayor provecho de la Superliga. Por fin despegó y durmió en Pamplona. Desde ese instante, el turre fue que el partido se suspendería seguro.
Pero se jugó. Osasuna tiene el campo en buen estado, cuidado por lámparas de calor y por una tropilla de eficaces operarios que limpiaron lo que cayó en las últimas horas. El partido se jugó con todos los pronunciamientos, a pesar de los agoreros. Pero algo de esa doctrina abstencionista creada desde el club se traspasó al equipo, que para el colmo compareció con Hazard, al que Zidane intenta sacar adelante como sea. Poca motivación, uno menos, Asensio regresado a la derecha cuando había jugado muy bien en la izquierda el último día y se estaba relanzando, y con un Benzema que ha perdido el estado de gracia y vive en fuera de juego.
Eso ante un Osasuna muy metido, con el objetivo entre ceja y ceja de reivindicarse ante el Madrid, y lo consiguió. En el Madrid jugaron muy bien Modric y Mendy, pero el resto no rayó a su misma altura, sobre todo el ataque, que venía colgando de Benzema y sin esa percha se cae. Osasuna no ganó, y necesita victorias, pero para el club navarro este es un empate de prestigio. Lo contrario que para el Madrid, que de repente ve cómo Messi ha recuperado la alegría de jugar y el Barça se le ha puesto ya a tres puntos. Ya lo tiene encima. Y si mira hacia delante, ve al Atlético líder en solitario. A un punto, pero con tres partidos jugados menos.